Los 7 pecados capitales del debate político en Mendoza sobre Bonarrico

Los dos debates legislativos sobre el tema del subsidio derogado a Héctor Bonarrico se suman al accionar masivo de este protagonista, que ejerce en todos los rubros, y los argumentos de ataque y defensa de oficialismo y oposición.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Por primera vez en mucho tiempo surge un caso en el que el oficialismo mendocino queda en posición de off side en el "juego" de gobernar, y en el que la oposición lo señala en forma acusatoria, como si se tratara de un árbitro habilitado y probo en materia de reglamentos de la gestión y la honestidad pública. Es el caso del subsidio otorgado y luego quitado a la Fundación Acción Social que conduce Héctor Hugo Bonarrico, pastor evangélico y además político, creador y promotor en todo el país del partido MásFe, Movimiento Acción Social Federal.

No fue una investigación de la oposición la que descubrió que se le habían otorgado fondos para una tarea social por $18 millones, sino que el hecho salió publicado en el Boletín Oficial. Bastó que Memo diera cuenta de ello en su seguimiento diario para que, leyendo a la prensa y no los decretos del Gobierno, la oposición saltara en cruz regocijada porque encontraron algo negativo sobre lo cual montarse y catapultarse.


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No puede decirse que el oficialismo actuó bien, porque, de hecho, terminó derogando el subsidio. A posteriori dijo que le dio de baja por declaraciones del pastor político en las que afirmaba que esa plata era el pago por sumarse al frente gobernante. Fue el gobernador quien sintió que el religioso estaba cambiando la idea original del subsidio (o que lo había malinterpretado) y por eso anuló la norma firmada por el vicegobernador y a dos de sus ministros. Al decir eso por intermedio de sus voceros legislativos (Cecilia Rodríguez en Diputados y Alejandro Diumenjo en Senadores), encontró argumento para denunciarlo ante la Justicia por cambiar el objeto de la entrega de esos fondos y evitó la imagen desautorizadora de Abed, Ibañez y Levrino que había quedado picando con la derogación del decreto.

Las actuaciones de todas las partes, oficialismo y oposición, hacen que la situación se haya convertido en un embrollo del que cada quien, en la sociedad no politizada, entre los espectadores del "espectáculo" de la cosa pública, piensa lo que cada uno quiera. En esa puja por reconducir las convicciones se encuentran ambos lados de la disputa.

No se trata de un tema que haya que investigar, sino que ya está de cuerpo entero sobre la mesa y lo que hay que decidir es una especie de megajuicio por jurados. Atento a las cualidades místicas que le suma al caso el hecho de que su eje sea un hombre de la Iglesia, parece una puesta en acción de un Armagedón. En este caso, ya se sabe todo y no queda mucho más por descubrir: un hecho, una sospecha, un testimonio, una respuesta y una reacción en torno a todo lo anterior.

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Si la oposición no aprovecha el pico de la situación, perderá oportunidad de sacarle provecho político, porque la ciudadanía funciona como un dios: al final, perdona.

Si el oficialismo no clausura el tema con rapidez, sin dejar dudas latiendo, se enredará en los círculos del pecado y la sospecha no se le podrá sacar de encima.

Pero los debates en la Legislatura en torno al tema esta semana han exhibido los 7 pecados capitales en la política mendocina, alrededor de un tema único, Bonarrico.

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La Iglesia Católica usó históricamente, pero sobre todo al lanzarlos, el marco de los pecados capitales para ayudar a las personas a frenar sus inclinaciones malvadas antes de que se empoderaran y buscó cortar de cuajo, centralmente, la "interacción entre la carne", la pasión en los placeres mundanos y el Demonio, la concupiscencia (definición: "Deseo de bienes materiales o terrenos, en especial deseo sexual exacerbado o desordenado"), y en general, detener el pecado como forma de acción cotidiana y los vicios. 

Lo que hemos visto en la discusión legislativa y política, visto desde allí, muestra:

 1- Ira Al enojarse porque se sospechó de los fondos al publicarse en decreto, el pastor Bonarrico o "habló de más" o mintió para forzar a que la situación volviera al punto de inicio. El enojo es mal consejero y se vuelve en contra. Terminó denunciado y además, bajo una lupa de cada acción que hace con su empresa que es económica, religiosa, política y social a la vez.
 2- Gula Muchas veces saber que nadie tiene la capacidad de intervenir en el menú hace que el dueño de la mesa de las decisiones se empache con determinaciones que, de existir mayores equilibrios o la sola posibilidad de perder su silla, no se animaría a deglutir. Puede que haya un atragantamiento de triunfo, aprovechándose del pronóstico de derrotas ajenas.
 3- Soberbia Este pecado capital le toca a todos. ¿Hay algún interviniente en el debate en torno al tema que haya demostrado humildad alguna y agachado la cabeza, aceptando ser dueño, inquilino o portador casual de un error en la toma de las decisiones? Prevalece en la disputa política la falsa idea de que hay que montarse sobre el orgullo para cabalgar con éxito sobre la opinión pública, pero no siempre es así: la gente es menos tonta de lo que la dirigencia cree,
 4-Lujuria Es difícil identificar este pecado, ya que se le vincula claramente a la actividad sexual. Sin embargo, el término tiene una acepción que le cabe al protagonista, el pastor político Bonarrico: "Exceso o abundancia de cosas que estimulan o excitan los sentidos". Su empresa está signada por sumar y conseguir bienes, seguidores o escalar posiciones. De la prédica bíblica a la venta de servicios, libros, comunicación. La creación de un partido, la expedición al territorio político en Mendoza y el país. Sus libros hablan de cómo conseguir abundancia económica. 
 5-Pereza Ningún senador investigó o criticó a Bonarrico cuando era compañero de banca. Llámese omertá si se quiere, aunque es un término muy fuerte, considerando que refiere al silencio cómplice entre mafiosos. Más bien se parece al "respeto por un igual". Pero cuando dejó de serlo, terminó su período, se animaron a todo contra él, pero con un dato ajeno. Ni siquiera trabajaron para investigarlo. ¿Miedo a que les pase a ellos en su momento?
 6-Avaricia Este "afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie" también es algo que enceguece las acciones de los seres humanos, tentados y con posibilidades al alcance de la mano. Sumar más y más para ganar una elección, aun sabiendo que se gana igual, puede ser la marca del oficialismo. O en el caso del oficialismo, negar el equilibrio con el propósito de sumar desprestigio al adversario. Y en el del pastor político, acumular actividades bajo su mando, en todos los órdenes de la vida, así en la Tierra como en la administración del ingreso al Cielo.
 7-Envidia ¿Qué más decir? ¿Es la búsqueda de la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio un acto de envidia por el éxito de quien tengo enfrente y no logrado por mí o los míos?

"Dios proveerá", pudo pensar el pastor político. Desde el oficialismo pudieron creer, por su lado y en los prolegómenos de la última campaña electoral, que estaban bajo la divina protección de un hábil intermediario celestial. Pero el Diablo metió la cola y todos quedaron mezclados en un hecho que representa un torbellino de ángeles buenos y malos, como borrador de un best seller de clase B de Dan Brown.


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