Celulares y felicidad

Los teléfonos celulares implican dos cosas a la vez: comunicación e incomunicación. "En pocas palabras", la breve pero muy contundente opinión de Ignacio Boulin.

Ignacio Boulin

Hace unos días, mientras comíamos, le dije a mi hija de 3 que no se come con la boca llena porque es de mala educación. Mis hijas mayores (9 y 7), convertidas en abogadas defensoras, me retrucaron que los adultos somos "mucho más maleducados" porque usamos el celular en la mesa-y a veces en la misa. Tienen un buen punto. Dejar de prestar atención a la persona que está enfrente es algo antipático. El celular nos (me) desconecta del momento. Pero hay más: según varios estudios científicos el uso de los celulares nos hace menos felices. En Estados Unidos las tasas de depresión entre adolescentes han crecido astronómicamente desde que se generalizaron los smartphones, allá por 2011. Las redes sociales en el bolsillo, al alcance de la mano en todo momento y en todo lugar, son un poderoso antídoto contra las relaciones en persona, nos aíslan. Y estar solos nos hace más infelices. Mis hijas tienen un punto mucho más relevante de lo que piensan.


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¿Hay que prohibir el uso de celulares en las aulas?