¿A cuál creerle más o menos? ¿Encuestadoras o periodistas políticos?
La última encuesta de Zubán Córdoba sobre Milei y $LIBRA tiene una perlita interesante para ser analizada, después de la lección que dejó la perla negra del diálogo entre Jonatan Viale y el Presidente, pero con muchos antecedentes más a mano, de un lado y del otro del Gobierno.
La encuestadora Zubán Córdoba, dirigida por Paola Zubán Y Gustavo Córdoba metieron el dedo en la llaga al redireccionar la corriente crítica de la sociedad hacia los que hablan de política.
Esta vez y, a raíz de la controversia creada por la promoción por parte del presidente Javier Milei del token $LIBRA, la consultora preguntó en su encuesta nacional cuál es la reacción ante la frase: "El periodismo político argentino es poco creíble".
El resultado fue tan arrollador como lo ha sido, en otros momentos, contra las encuestas políticas. Dio 81,8% de conformidad con tal afirmación, que demuele a los analistas, al voleo. Pero, ¿cuáles? ¿Todos? ¿Se puede identificar quiénes son los mercaderes de operaciones? Tarea para otra encuesta, porque no todo es igual en ningún orden de la vida.
La otra estafa: Se filtró el momento en crudo en el que Viale recula con una pregunta a Milei
Queriéndolo o no, coincidencia o no, ese resultado termina confluyendo con lo que opinan los "cabecitas negras" de Milei, sus followers, seguidores, militantes en las redes.
Son ellos los que quieren instalar que "la única verdad es la realidad digital", en donde priman como, en su momento, lo hicieron los militantes digitales de Marcos Peña en tiempos de Mauricio Macri, o los camporistas en los de Cristina Kirchner.
Esa "calentura social" es alimentada por la actitud de quienes no son periodistas políticos, sino propagandistas, de uno u otro lado de Milei y que por cuya culpa pagan justos por pecadores, "en el mismo lodo todos manoseados", como predijo Enrique Santos Discépolo en su tango Cambalache.
El dato de la encuesta parece la revancha contra los que no les creyeron o las defenestraron ante evidencias de errores, grandes o pequeños, de aquellas maquinarias de generar opinión, que tampoco podrían denominarse "consultoras", porque también sirvieron como usinas más que como radiógrafos de la realidad.
Pero está ahí. Hay que tomarlo. Mejorar la puntería, como lo hicieron también las encuestadoras una y otra vez tras sus chascos predictivos del pasado.