Las fiestas patrias de la Argentina: memoria, fracturas y patriotismo

El origen y la continuidad como costumbre de las fiestas patrias, en un repaso realizado por el profesor José Jorge Chade, de la Fundación Bologna Mendoza.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza

Las celebraciones de una nación constituyen un observatorio privilegiado para el análisis político de los procesos de inclusión y los conflictos sociopolíticos. Esto es particularmente cierto en las sociedades democráticas. A través de las celebraciones cívico-políticas se puede reconstruir la identidad y la memoria pública de una nación y sus transformaciones a lo largo del tiempo. Una nación se dice a sí misma y configura su identidad, incluso en la celebración de fiestas oficiales y ritualizadas. Es significativo que estas narrativas identitarias tengan una estrecha relación con el clima político-cultural que atraviesa una sociedad en la sucesión de sus diferentes coyunturas históricas y en la acumulación y sucesión de generaciones. Todo ello adquiere un perfil y relevancia particular ya en el caso de las sociedades modernas, pero sobre todo en las democráticas liberales, caracterizadas por un pluralismo político, cultural y social que las lleva a ser reflexivas (auto-reflexivas) sobre su identidad. Los problemas de memoria, los valores, las reglas de conducta, las relaciones con el pasado y los supuestos identitarios, de implícitos se vuelven explícitos: es decir, se tematizan y se abren a la crítica, perdiendo cada vez más esa pátina de naturalidad desprovista de alternativas, atribuible a las sociedades arcaicas o, en ciertos aspectos, incluso a las premodernas.

En la mirada de algunos politólogos, las fiestas y los rituales, la memoria pública y las identidades colectivas de un Estado-nación democrático se remontan a la categoría de "cultura política". Como tal, su análisis ayuda a comprender y explicar la realidad política a través de un enfoque en su dimensión sociocultural, cuyo punto de apoyo lo constituyen los sistemas de creencias y significados que guían las ideas y acciones de los hombres, ya sean estos en la élite o nivel de masa.

La política, por tanto, no está tejida sólo por lógicas racionales o utilidades economicistas, sino también por lógicas emocionales y expresivas, es decir, por ejemplo, por pasiones y sentimientos, símbolos racionales y mitos identificativos, memorias personales y memorias colectivas o públicas. La lucha por el poder político, por la legitimidad del poder y por el consenso también se alimenta de estos elementos de la vida humana y colectiva, y se expresa a través de ellos. Esta dimensión básica de la política se condensa y manifiesta en lo que llamamos, con una noción paraguas, sistemas de creencias (política), es decir, en el ámbito de la cultura política. La política es también producción, circulación y control de la cultura política, y conflicto por el control de creencias y lenguajes, ideas, símbolos y ritos, mitos y memorias, o por la 'hegemonía' político-cultural -si quisiera usar un concepto fijo de Antonio Gramsci . A través de los rituales (y lugares) de memoria, discursos públicos u oficiales (con motivo de fiestas patrias, conmemoraciones, ceremonias civiles), y mediante la activación de símbolos de identificación, poder o contrapoder (monumentos y banderas, himnos y escudos , colores y lemas), la política recupera su matriz 'religiosa', en el sentido original . El tema de las celebraciones de la República Argentina, que aquí nos ocupa, se encuadra y tiene como trasfondo un amplio marco teórico y conceptual como el mencionado anteriormente.

Las celebraciones de la República Argentina, su nacimiento, persistencia y cambio de acentos a lo largo de la historia republicana, revelan cómo la democracia argentina tiene su propio canon de memoria. Los conflictos y controversias, las latencias e intermitencias que revelan también las memorias divididas, no han impedido su formación y persistencia, en parte han llegado hasta el momento a eliminar realmente su valor simbólico-identificador, sino que acaban proponiéndolo de nuevo en forma diferente pero desvirtuando un poco su significado. La conmemoración de fechas significativas del pasado es tan antigua como las culturas humanas. Estos actos se constituyen en momentos de encuentro, de transmisión cultural, socialización y estrechamiento de los vínculos intergeneracionales.. Sin embargo, en el curso del asunto republicano este canon es, por así decirlo, 'fracturado' de varias maneras: es decir, es atravesado por algunas rupturas, por tensiones compositivas y recomponedoras del canon original, algunas constantes, resistentes o latentes. , otras inéditas y añadidas en el transcurso de los cambios histórico-políticos. Por ejemplo si consideramos el movimiento de las fechas con la propuesta de fomentar el turismo. Así, en definitiva, podemos reconocer un canon de la memoria republicana, pero también sus melladuras, sus grietas, esas que por momentos tornan incierto su perfil, casi hasta desfigurarlo.

En la década de 1880 las celebraciones patrias comenzaron a ocupar un lugar destacado en la dinámica escolar. A partir de ese momento las fiestas cívicas fueron tomando un carácter patriótico de tipo nacionalista, con una connotación moralizante y emotiva.

Hacia fines del siglo XIX el recordatorio de las efemérides asumió un formato más estereotipado y formal en el ámbito escolar. En el año 1884 se dictó la Ley 1420, que sentó las bases para la educación pública y la escuela asumió, en ese contexto, la función de aportar a la construcción de la nacionalidad y el sentimiento de pertenencia e identidad colectiva de los habitantes. El país vivía entonces un período de apertura hacia el mundo. Millones de inmigrantes llegaban a estas tierras procedentes de distintas naciones. Por otra parte, las identidades provinciales todavía estaban muy presentes, y la mayoría de las personas sentían más apego hacia ellas que hacia la pertenencia nacional. Era necesario que personas tan diferentes entre sí, con diferencias en sus costumbres y con lenguas distintas, pudieran sentirse parte de esta nueva patria que los recibía.

Las celebraciones de las efemérides patrias tienen carácter obligatorio y están reglamentadas oficialmente. (Claro ...modificables por decreto...a veces). Son fundamentales para reforzar los valores, la identidad como país y la continuidad con el pasado común desde el cual pensar y comprender el presente. De hecho, en la actualidad todavía algunas escuelas mantienen la conmemoración formal de las fechas patrias inalterable.

Los actos escolares constituyen rituales y, como tales, implican una serie de procedimientos y prescripciones de comportamiento fuertemente reguladas y que se reiteran con cierto grado de invariabilidad. Los rituales son acciones socialmente reconocibles que se repiten en el tiempo y están cargadas de sentido

Es importante que todos los chicos entren en contacto con la efeméride del mes, pero en una breve alusión que puede ser efectuada en cualquier área por el docente a cargo, y no trabajando esos contenidos en forma descontextualizada y que sobre todo, vuelvan a celebrarse el día que corresponde.

De lo contrario, el patriotismo constitucional fracasará una vez más en su misión. Los politólogos e intelectuales aún tienen la tarea de mostrar cuán importante es para la vida colectiva y para la calidad de una democracia el trabajo en el campo de la cultura cívico-política para la maduración del patriotismo constitucional, y cuánto de la memoria pública, los símbolos y los rituales de la política, son tomado en serio.

Bibliografía

CARRETERO Mario, ROSA Alberto y otra (compiladores). (2006). Enseñanza de la historia y memoria colectiva. Introducción y Capítulo 1. Buenos Aires: Paidós.

R. CHIARINI, Alle origini di una strana Repubblica, Venezia 2013.

G. DE LUNA, La Repubblica del dolore, Milano 2011.

ZELMANOVICH Perla y otras. (1997). Efemérides entre el mito y la historia. Buenos Aires: Paidós.

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