"Súper Massa", una cortina de humo: tiene uno de los rechazos más altos en Mendoza

A pesar de que se infla la figura y potencialidades de Sergio Massa, no llega al Poder Ejecutivo como resultado de un clamor popular, ya que es uno de los políticos más rechazados en Mendoza y el país.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Hay muchas formas diferentes de contar las cosas. Cuando se trata del salto de Sergio Massa desde el Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, se evidencia con mayor claridad. Es que se puede reflejar la disolución del Gobierno y el disparate que implica que se expulse del cargo a ministros recientemente nombrados o bien, que se ponga el acento en lo que se presenta como "un momento bisagra", como si recién hoy Massa naciera a la política y representara toda una esperanza de cambios.


Massa, un cuasipresidente

Massa, vale la pena recordarlo, no llega por clamor popular, sino por un operativo de instalación propio y fogoneado por los que, haciendo a un lado la situación existente en el Frente de Todos, el Gobierno y, por consiguiente, en el país, lo ven como una puerta abierta hacia beneficios del poder.

Además de los grupies políticos y empresarios que merodean al ahora ministro de varias cosas a la vez, hay muchos medios de comunicación e individualidades periodísticas que ven un Súper Massa, en donde en realidad hay un político que comparte con el resto del triunvirato que gobierna, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, el rechazo de la sociedad.

Para no recurrir a encuestas porteñas, cuyo origen, intenciones y financiamiento desconocemos, vamos por las propias. El último estudio encargado por Memo a la consultora internacional More Innovación (datos de mayo, ya están por salir los resultados del último bimestre) demuestra un rechazo en Mendoza que llegaba al 77%. El grado de "satisfacción" con su figura alcanzaba al 9%, con un 12% de gente que decidió que era mejor no opinar.

Hay que meter en ese 9% a una buena cantidad de amigos o conocidos influyentes con acceso a la comunicación entre los que hay parteners, socios, compinches y gente que alguna vez compartió con él, ya sea como parte del "neoliberalismo" de la UCEDÉ o la estudiantina de UPAU, satisfacciones comerciales en la intendencia de Tigre, vacaciones en Pinamar, circunstancias en la ANSES o relaciones en la Jefatura de Gabinete de Ministros o en las diferentes aventuras del Frente Renovador y todas sus facetas cambiantes y líneas sucesorias. 

Por eso se generará una corriente de opinión que va en contrario al rechazo popular que su imagen genera y que impulsa una de las colecciones de memes y stickers más divertidos que puedan hallarse, por sus condiciones personales y políticas, y básicamente, por su historia meandrosa.

Es cierto que no es el más rechazado en Mendoza. Peor que a él le daba en aquella encuesta a Alberto Fernández, con un rechazo del 86%; a Cristina y Máximo Kirchner, ambos con el 84% y Axel Kicillof con 82%, entre otros que no tienen todavía responsabilidad de gobernar directamente, aunque sí incidencia colateral, como Hugo Moyano, a quien 87% de los mendocinos consultados le han hecho la cruz.


De allí que cobre valor el desafío, porque le toca torcer el rumbo hasta devolver a algún camino, aunque sea pedregoso, pero ruta al fin, al gobierno nacional. No tiene hasta el año que viene. Como analizó Marcos Novaro ayer apenas se producían las altas y bajas en el personal de la Casa Rosada, "en una semana tiene que demostrar un cambio o volvemos a cero". Le agregaríamos: cambios, no humo marketinero.

Es Gustavo Córdoba quien le otorga el derecho a una máscara de oxígeno al Gobierno en su momento de terapia intensiva más crítico cuando insiste en una posibilidad: que luego de tocar fondo absoluto, al borde de la anarquía, metan una buena jugada, ni siqueira un gran gol, y con ello recupere confianza para volverse competitivo electoralmente hablando el año que viene.

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Porque queda claro que mientras toda la sociedad mira sus cuentas sin saber qué hacer, en la política miran las encuestas para ver si siguen o se les jubila de la administración del poder.

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