Civilización o barbarie

"El Presidente y su séquito mostrando su incapacidad de previsión y acción en el manejo de la situación que lo desbordó, causando caos, desorden y, como si esta situación no fuera suficiente escándalo, se atrevieron a echar la culpa a la policía de la Ciudad que solo cumplía sus órdenes".

Elia Bianchi de Zizzias

La muerte de Maradona mostró, sin lugar a dudas, las conductas más deplorables y destructivas de parte de nuestra ciudadanía: los los comportamientos de las barrabravas que manejan los clubes de un deporte que se ha convertido en "pasión de multitudes" y a la vez, en un pingue negocio para los que usufructúan las enormes sumas de dinero que circulan mundialmente en torno al negocio del futbol.

Por otra parte, la utilización política de un hecho muy doloroso como lo es el fallecimiento de un personaje de fuerte impacto popular. Es deplorable. Otro signo de barbarie.

Maradona fue un pibe de Villa Fiorito con un carisma y una habilidad especial con la pelota, que lo llevó a ser el personaje más encumbrado de ese deporte, no solo en la Argentina, sino también, en diversos países del mundo. Pero no era Dios, pienso que se deslumbró con todo el armazón de marketing, de intereses de representantes y apoderados y el "pibe de oro" no pudo sustraerse de estas manipulaciones y sucumbió en la droga, en el alcohol, las mujeres , mientras se permitía exhibir su máscara de hombre simpático, triunfador, machista´, adulador de dictadores, sembrando a su paso no solo triunfos , sino hijos, algunos reconocidos, sin respeto por su familia. Hoy la ronda de sus millones de dólares, comienza una disputa cruel de sus posibles herederos.

Maradona: una despedida violenta

Fue un enorme jugador, pero no fue dios, ni un ejemplo en esa vida dual que finalmente lo condujo a la muerte.

Creo que hubiera querido que lo despidieran en su lugar: una cancha de futbol. No fue así.

La política lo utilizó, nuevamente, al profanar con sus restos la casa más representativa de las instituciones democráticas: la Casa Rosada.Allí el circo montado nuevamente. Con la Vicepresidenta, que parada al lado del féretro, colocó un rosario, con el tiempo suficiente para que le sacaran fotos. La presencia que niega a miles de muertos por la pandemia o a los desdichados formoseños que no pueden entrar a su provincia. Sí que la historia la juzgará, pero si hay justicia, no de mejor manera.

El Presidente y su séquito mostrando su incapacidad de previsión y acción en el manejo de la situación que lo desbordó, causando caos, desorden y, como si esta situación no fuera suficiente escándalo, se atrevieron a echar la culpa a la policía de la Ciudad que solo cumplía sus órdenes. Continuaron profundizando una grieta que nunca cierra: civilización o barbarie.

Diego, descansa en paz.

Pero el circo continuará con otros personajes, que serán, nuevamente víctimas de este mundo del espectáculo, de relatos y ficciones, de corrupción y manipulación de pibes y pibas que juegan y sueñan desde un espacio del barrio con sus pelotas de trapo y su esperanza de un mundo más solidario.

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