De la creadora de "medir la pobreza estigmatiza", ahora llega "la gran quita"

La vida política de la Argentina es digna de una película, o de varias, pero es muy difícil comenzar a filmarla porque todo el tiempo suma capítulos insólitos. Lo más sorprendente, es que pasan cosas insólitas que en cualquier lugar del mundo serían propias de una cinta de ficción.

Hay un dicho entre los creyentes que dice que "como Dios te da, también te quita". El que no cree en Dios puede decir que es el universo, la energía u otra referencia, pero el dicho vale igual. 

Con el tiempo me he dado cuenta que a la Argentina se le dio un territorio con mucha riqueza potencial, con muy buenos deportistas, excelentes científicos y médicos, grandes maestros, un porcentaje mayoritario de buenas personas y así una larga lista de virtudes. Por el otro lado, a este lugar del mundo se le castigó con la presencia de una clase política que siempre está al debe y que, por lo que hemos visto durante décadas, carece de capacidad para llevar un Estado que vaya de la mano de las necesidades del ciudadano y que no esté siempre para atrás en las cuentas.

Por mencionar sólo un ejemplo que refleja lo que es cierta clase de dirigencia política, recuerdo cuando los funcionarios al frente del Estado justificaron la ausencia de una medición de pobreza porque era "estigmatizante". Siempre me pregunté cómo hacían entonces para diseñar políticas de Estado en materia de asistencia a los más necesitados, porque no tenían una guía respecto a la cantidad de personas que pasan necesidades y de qué tipo eran.

En el mundo se mide la pobreza porque es un dato estadístico necesario para guiar la administración y ver hacia dónde se destinan los recursos. Sin eso, tocamos de oído o hacemos populismo, siendo el último caso el que se aplicó en el país.

Claramente la falta de ideas es una de las falencias principales de la administración política y una muestra de ello es que ante mayores necesidades que cubrir, la primera solución es "clavar" un impuesto más en un país que tienen el récord mundial de tributos. Así que no se sorprenda con lo que nos encontraremos en el proyecto de Presupuesto 2021.

Pero eso no es todo, porque esta semana vimos una nueva escena de esta película de insólitas situaciones que es la Argentina. El Gobierno nacional anunció que le quita a uno para darle a otro. O sea, no tengo de dónde, así que te saco a vos que, en teoría, sos el que más tiene y pareciera que te sobra.

En el país la solución a los problemas económicos es sacar de alguna parte en la que encontremos algo de plata para ir tapando los agujeros que tenemos en otros lados. Ni por asomo pensamos en mejorar la producción, en hacer las reformas necesarias para asegurar inversiones y generación de empleo, y mucho menos diseñamos políticas de Estado. O, en su defecto, rediseñamos el Estado para que no nos salga tan caro como nos cuesta en la actualidad. Seguro que todo eso lo dicen, pero se quedan en el discurso porque nunca se toman decisiones serias en ese rumbo.

Seguramente para muchas personas es justificado quitar a uno para darle a otro, especialmente cuando le presentan un escenario donde una ciudad tiene avances y calidad de vida "gracias al dinero de todos los argentinos", como ha insistido el presidente en sus discursos en las últimas semanas, como anticipando el golpe que iba a darle a Rodríguez Larreta. 

Está claro es que todos los presupuestos a lo largo del país son escasos, pero también es cierto que hay gestiones que hacen rendir mejor los recursos. En la gran mayoría de los casos, a la cantidad, se suma la calidad de la administración y se configura una fórmula nefasta que desemboca en necesidades de los habitantes de las provincias.

Sin embargo, la solución a los problemas no está en quitarle a uno para cubrir las falencias del otro, la idea es nivelar para arriba y generar los recursos para que todos puedan estar en las mismas condiciones que está ese que hoy cuestionamos.

Peor se ve la situación cuando la justificación es que a ese le dieron de más porque el expresidente era de su color político, como intentando meternos el dedo en la boca y como si nunca hubiera ocurrido algo similar en otras administraciones. Ahora, por ejemplo, Mendoza está sufriendo la discrecionalidad en la entrega de recursos según el color político y aún nos falta ver lo que pasará después de lo ocurrido con el lío de la coparticipación. Eso, porque seguramente la Nación marcará distancia de los gobernadores que no firmaron la carta de apoyo para Alberto Fernández.

Punto aparte es la clara intención de quitarle opciones de posicionarse como cantidato presidencial al jefe de Gobierno porteño limitando su campo de acción. 

Ahora, lo más curioso es que a pesar de al dimensión de las cosas que suceden en el país y las insólitas explicaciones que se dan para cada una de ellas, el ciudadano se mantenga al margen. Será que ya pasaron tantas que está "curado de espanto" y no tiene fe en un país diferente. Puede ser, pero lo cierto es que no aprendimos con la pandemia y nuestra clase política sigue siendo la gran destructora de todo lo bueno que puede nacer a partir de las cosas buenas que le tocaron a esta tierra generosa.

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