La autoridad reposa primero en la razón

"Es hora de dejar de lado prejuicios anti empresarios, pensemos que el 70% del empleo privado en la Argentina está en las pequeñas y medianas empresas".

Javier Cofano

"A cada persona hay que exigirle lo que puede hacer - replicó el Rey - la autoridad reposa primero en la razón". El Principito.

Estamos, claramente, ante un conflicto de objetivos. Los argentinos nos hemos puesto de acuerdo en que lo primero es cuidar la vida, la salud y sobre todo preservar la capacidad de respuesta del sistema de salud para una situación que no sabemos claramente cuan grave puede llegar a ser. Por lo tanto, las consecuencias económicas pasan a un segundo plano.

Queda claro que el aplanamiento de la curva de contagiados no es una solución, tiende a lograr que los casos se distribuyan en una mayor cantidad de tiempo. Pero cada día sin actividad la situación económica empeora un poco más.

La recaudación de impuestos se va a caer a niveles inéditos, el déficit se va a disparar, el desempleo va a aumentar, seguiremos teniendo inflación y la pobreza va a aumentar.

Sabemos que esta crisis sanitaria tiene una duración limitada y la cuarentena estricta también. Y si no es así, la gente terminará la cuarentena de hecho cuando tenga que satisfacer necesidades primarias y no tenga recursos para hacerlo.

Hay una parte de la población que tiene ingresos asegurados, aunque sea a fuerza de emisión. Empleados del estado, jubilados y perceptores de AUH, tarjeta alimentaria, ingreso familiar de emergencia etc. En algún momento deberá pensarse cómo unificar y simplificar estos subsidios.

El problema es el sector privado. Suponer que las empresas tienen ahorros o reservas para dos o más meses de salarios es un supuesto equivocado, sobre todo cuando venimos de casi nueve años de recesión y de inexistencia de crédito para el sector productivo. Las habrá que sí y las habrá que no.

El proceso económico en la actividad privada es tremendamente dinámico y variado, diariamente se vende, se paga, se cobra, se cubren vencimientos. Interrumpir drásticamente estos procesos deja a algunos mejor parados que otros, pero en definitiva interrumpe la cadena de pagos que constituye, de alguna manera, el sistema circulatorio de la economía.

Los despidos, el pago de salarios, alquileres, gastos fijos e impuestos, no dependen de la buena voluntad o de la solidaridad, de la generosidad o de las ganancias de períodos anteriores, sino de cosas mucho más concretas, la disponibilidad de fondos líquidos, la conveniencia económica de liquidar activos o la convicción de mantener la empresa en marcha porque en el futuro seguirá siendo su medio de vida.

Esto es obvio, pero parece necesario aclararlo porque no se ve en el gobierno una compresión clara del impacto que ya se está produciendo en la economía, sobre todo en el caso de los pequeños y medianos empresarios. Éstos, con un claro sentido de supervivencia saben que una mala decisión puede llevarlos desde la clase media a beneficiarios de la AUH sin escalas.

La principal preocupación debe ser evitar despidos y quiebras en este período de parálisis casi total de algunos sectores. Y por lo tanto el remedio es una inyección de liquidez para que las empresas dispongan de un flujo para realizar pagos.

Es probable que Argentina no pueda, como los países centrales, pagarles los sueldos a los trabajadores de las empresas. Pero sí puede el Banco Central en conjunto con el sistema financiero, poner a disposición créditos a tasas razonables y de fácil tramitación a quienes tienen que pagar sueldos y costos fijos. Debería bastar con unos pocos requisitos demostrables fácilmente y que, en su mayoría, están en los mismos bancos, la AFIP y ANSES.

Básicamente esos fondos deben financiar dos meses de pérdidas y diferirlas en el tiempo. Si se otorgan a quien no los necesita no hay problema. No es un regalo. Hay que devolverlo. En cambio, puede significar la supervivencia de miles de empresas que podrán ponerse en marcha a medida que la cuarentena se empiece a flexibilizar.

Es hora de dejar de lado prejuicios anti empresarios, pensemos que el 70% del empleo privado en la Argentina está en las pequeñas y medianas empresas.

Los empresarios no van a pagar sueldos porque un funcionario les pida el esfuerzo, sino porque puede y le conviene.

Las personas se van a quedar en casa mientras tengan recursos para sobrevivir. Cuando la necesidad apremie no se van a quedar en casa, a pesar del decreto.

Hay que cuidarse de pedirle a los súbditos aquello que no pueden hacer.

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