Las libertades son sagradas

Escribe Sergio Bruni en esta columna: "Es lógico cuestionar que, en Argentina, con la cuarentena más larga del mundo, ¿qué razones se esgrimen para dar sustento a estas infaustas prácticas?".

Sergio Bruni

"Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos". J.M.Serrat.

La historia nos ha enseñado que, en las maravillosas sociedades democráticas, aquellas respetuosas de los derechos fundamentales, los ciudadanos están acostumbrados a hacer uso de las libertades individuales, sin temor a que el Estado coactivamente los limite.

En el año 1948 la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, elaborada por una amplia gama de juristas de distintas nacionalidades, creencias y antecedentes culturales, pero con un factor en común, el objetivo de proporcionarle al mundo un mismo ideal para todos los pueblos y naciones.

La Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero y su mayor logro fue el haber sido ampliamente reconocida para inspirar y allanar el camino para la adopción de todos aquellos tratados de derechos humanos que se aplican hoy en día de manera permanente a nivel mundial.

En su preámbulo, la Declaración establece que " Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad [...]; considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión; [...]". De esta manera deja plasmado un ideal común para todas las naciones a fin de que se promuevan mediante la educación el respeto a los derechos y libertades individuales y colectivas.

En la reforma de la Constitución de 1994, se incorporó en el artículo 75 inc. 22 esta Declaración y todos los tratados de Derechos Humanos firmados y ratificados por la República Argentina con la misma jerarquía que la propia Constitución Nacional. Es una manda constitucional respetar las sagradas libertades, por la propia constitución del 53' como por la última reforma.

Sin embargo y contrariando este mandato, con la llegada de la pandemia, una de las estrategias centrales aplicadas en nuestro país para disminuir la velocidad de propagación del coronavirus ha sido la de promover el distanciamiento social restringiendo actividades varias de la vida cotidiana, y así intentar reducir las posibilidades de contagio.

En estos últimos 14 meses el gobierno nacional ha decretado entre otras cosas, el cierre de restaurantes, bares y locales comerciales de diversa índole, como también el cierre de actividades productivas consideradas a criterio de las autoridades como "no esenciales". Se prohibieron las aglomeraciones, las reuniones con más de un cierto número caprichoso de personas. Se suspendieron las clases presenciales, como así también se establecieron restricciones a la movilidad, toques de queda sanitarios y cuarentenas indefinidas en el tiempo. Resulta evidente que en todos los casos se ha restringido la libertad de las personas por imposiciones sin legitimación social.

No ha sido gratis la actitud del gobierno en imponer tales medidas sin la debida justificación puesto que estos ataques impusieron notables costos a la vida cotidiana de las personas. Pero tampoco se ha tenido en cuenta la grave afectación a la economía del país, cuyo PBI cayó en el 2020 un 10,4% y la proyección del 2021, aunque en ascenso no es alentadora. A lo que hay que sumarle dos años altamente inflacionarios que nos castiga a todos, pero en especial a los sectores de menores recursos, que ven diluirse sus escasos ingresos, como agua entre las manos.

Por otra parte, no nos olvidemos que, de no cumplirse dichas restricciones a las libertades impuestas por los decretazos nacionales, se habilita a las fuerzas de seguridad y control como policías, gendarmería, preventores, para detenernos y multarnos, como así también a un juez para condenarnos, por hacer uso de los derechos y garantías intrínsecos al ser humano.

Como si todo lo antes mencionado no fuese suficiente, y en vista del rendimiento positivo que al parecer han tenido las tecnologías digitales de control y vigilancia para enfrentar la pandemia en países totalitarios como China, hay quienes piensan que la obra no estará completa para restringir aún más las libertades ciudadanas, si no se utilizan técnicas de reconocimiento facial y geolocalización para controlar los movimientos de los individuos.

Han clamado, por la utilización de tecnología tales como drones de vigilancia, brazaletes electrónicos, y aplicaciones en los celulares para ampliar la gama de medios de control y coerción. Se piensa en la utilización de métodos como el llamado "Semáforo" usado en China (a los mendocinos nos sonará el término por la propuesta que una senadora nacional le hiciera al gobernador de Mendoza) que se nutre del Big Data, violentando en extremo el derecho a la privacidad.

Hemos visto a lo largo de estos meses, solicitar que se hagan públicos los nombres de los infectados (será para evitarlos, como a los leprosos en otros tiempos), o métodos como poner fajas en sus viviendas señalando que se encuentran personas infectadas del Covid-19. Intendentes que han puesto vallas en las calles para impedir el paso y aislar a los enfermos, Incluso se han producido ataques con piedras a casas en las que se encuentran contagiados de coronavirus.

Es correcto considerar que hay circunstancias, como una emergencia sanitaria, en que el ejercicio de libertades y derechos fundamentales puede ser regulado en cuanto al momento, lugar y modo. También acepta la doctrina en general, que en casos de riesgo a la salud o seguridad pública estas libertades y derechos pueden ser restringidos. Pero es lógico cuestionar que, en Argentina, con la cuarentena más larga del mundo, ¿qué razones se esgrimen para dar sustento a estas infaustas prácticas?

Recordemos los dichos del ministro de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, que ya a fines de mayo del 2020, advertía por el riesgo que se corre respecto a las libertades individuales y remarcaba: "...Los gobiernos no pueden avanzar sobre las libertades individuales, las restricciones deben ser temporales.... Las medidas de emergencia deben estar dentro del Estado de derecho". Tristemente, la libertad enfrenta momentos complejos en la lucha contra el coronavirus orquestada por gobiernos de pensamiento populista

Es obvia la estrategia de sembrar semillas de temor constantemente, evidente en el discurso ideologizado de las autoridades nacionales, para que predomine una población asustada, temerosa, agobiada y colérica frente a lo desconocido. En tiempos de crisis, como lo es una guerra o una pandemia, las emociones negativas tienden a exasperarse. ¡Y así ha ocurrido!

Tenemos grandes superhéroes, como el personal de la salud, protagonistas en la lucha contra el virus, que nunca se rindieron. Por ello debe considerarse un desatino, repudiable, de todo gobernante, que infunda esos miedos para aplicar medidas que controlen las libertades de las personas

Seria ingenuo pensar, que el ingreso al Congreso Nacional de un proyecto que le otorga facultades extraordinarias al presidente Fernández para el manejo de la pandemia resulta casual. Habrá que, llegado el momento, analizar en detalle lo que finalmente se apruebe. Recordemos, mientras tanto, que el art.29 de la C.N. establece que serán considerados, infames traidores a la patria, quienes desde el Congreso otorguen ese tipo de facultades a un presidente.

La lucha democrática por la vigencia de nuestras libertades, debe ser sin pausas, siempre que se encuentren en peligro. De este modo honraremos al padre de nuestra carta magna, Juan Bautista Alberdi, quien, en un discurso pronunciado en la facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de la Universidad de Buenos Aires, finalizó diciendo: "La libertad de la Patria es una faz de la libertad del hombre civilizado, fundamento y término de todo el edificio social de la humana raza." 

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