Con muy poco, CFK pasa al frente de la oposición cuando quiere

Con solo un tuit, Cristina Kirchner sacó de la animación suspendida a los peronistas. Cual reacción de "sea monkyes" ante las sales correspondientes en el agua, comenzaron a revivir. Si quisiera, lideraría.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Bastó que la expresidenta y ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tuiteara algo para que muchos peronistas huérfanos de referentes se alinearan y la acompañaran con su retuit, con una frase complementaria, un aplauso, una lágrima. Es que el Partido Justicialista está en estado de confusión (bueno, no solo ellos: la UCR y LLA también), no sabe en dónde está parado, no puede ser orgánico porque carece de jefe y es una estructura que nació con rigor militar, y, además, porque lo preside desde el exilio dorado en España (cual "Isabelito" de estos tiempos) Alberto Fernández.


Cristina Fernández reapareció y fue durísima con el Gobierno de Milei

De allí que queda en claro que, a pesar de todo lo que pesa sobre su historial, CFK, cuando quiera, puede asumir el liderazgo de un partido del que reniega y que quiso refundar sacudiéndose de encima el movimentismo que abrazaba a izquierdas y derechas, para quedarse con una versión ecualizada la primera opción.

Si quiere, es la líder y lo reconduce en medio de estos tiempos revueltos. Por el contrario, también puede sumirlo en un torbellino, solo con guardar su iPhone en el bolsillo y no opinar nada.

La UCR no tiene quién le dé ese impulso. Y parecerá raro, pero LLA no tiene organicidad ni conducción federal.

De allí que rápidamente muchos peronistas salieran a cuadrarse tras ella, como para entusiasmarla con volver, una vez más. El hecho de que personajes elegidos como "los antipatrias del momento" por la militancia, como Guillermo Francos, Luis Caputo o Patricia Bullrich le hayan contestado a su documento en el que calificó a Javier Milei como un "showman", nutre esa tensión entre el oficialismo que también está desarticulado, y logra ordenarse por su posición contraria al kirchnerismo, y Cristina Kirchner, que junta peronismo tras de sus tuits.

Es un efecto efímero, de todos modos.

Hasta "ayer no más", eso pasó con la dupla compuesta por Juan Schiaretti y Martín Llaryora, los peronistas cordobeses antikirchneristas que, al ser expulsados del Gobierno, se volvieron reclamantes y empezaron un camino hacia la federalización del PJ, que en un flash los imaginó liderando lo que podría llegar a futuro.

Mientras eso ocurre, el inefable Guillermo Moreno sigue su gira por Mendoza hablando de su peronismo híbrido, que reúne lo más folklórico de todas sus épocas (y en coincidencia con la semana de las máscaras del Carnaval). Aquí, ya tiene quienes lo quieren sucediendo a Alberto Fernández en el trono partidario. Pero solo eso. Para que haga ruido y, tras ello, aparezca quien les de alguna posibilidad real de retomar la conducción del Estado, que creen propio y más aún, luego de que Milei lo considerara "criminal".

Con precariedad, y a tontas y a locas, el peronismo tiene tiritones que los hace sentir con vida.

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