Las medidas que se toman no parecen adecuadas y son intervencionistas

Varias decisiones del presidente no parecen medidas liberales y denotan mucha inseguridad y temor. La columna de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Esta semana se conoció el índice de precios del mes de febrero, que arrojó un número de 13,2%. Esto implica una disminución importante respecto del índice de enero, pero, hay que reconocer, sigue siendo un índice muy elevado. Esto nos muestra que, si bien puede haber una desaceleración del proceso, aún seguimos en una dinámica muy elevada, que es percibida por la población, que ve cómo sus ingresos son perforados.


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Porque desaceleración significa que el proceso sigue, aunque crece un poco menos, pero como la proporción es tal elevada, las personas no alcanzan a percibirla y creen que el índice es mayor. No obstante, algunas cosas parecen haber llegado a un límite. La recesión llegó a tal punto que algunas empresas deberán revisar sus estrategias de precios porque de lo contrario pueden perder clientes en forma definitiva.

Viendo que las mediciones de la primera quincena marzo volvían a mostrar aumentos importantes en alimentos, pese a la recesión, el ministro Luis Caputo se reunió con industriales y supermercadistas. Los primeros le reconocieron que se sobreprotegieron y calcular un escenario donde el dólar estaría entre $2000 y $3000. También reconocen que no les resulta fácil retroceder y vuelven a mostrar dudas y miedos para justificar posibles nuevas subas de precios. La caída del DNU en el Congreso podría ser una excusa. Pero los funcionarios insisten que algunos precios están ridículamente altos.

Por otra parte, el ministro Caputo se quejó con las supermercadistas por el mecanismo de ofertas elegido en los últimos años, de dar 3x2, o el de la 2ª al 50%, porque nunca nadie sabe cuál es el precio real. Además, según el ministro, por la forma de tomar precios del Indec, siempre se tiene en cuenta el precio de góndola y no el precio de caja. El argumento de Caputo tiende a demostrar que los precios deberían estar más bajos y los índices deberían ser menores. En unos casos por las remarcaciones excesivas y luego los descuentos que se tratan de disimular. Esto, según el ministro, estaría encubriendo una baja mayor de los precios.

Para poder llegar al punto que el ministro y el presidente quieren es necesario trabajar seriamente sobre la reforma laboral e impositiva y apurar el levantamiento del cepo cambiario, porque todo termina generando problema. Un caso de da con el tema de las importaciones de productos alimenticios. Aquí aparecen varios factores. Por un lado, una queja, válida, de los que producen en el país y no pueden acceder a las mismas ventajas que los que importan, con lo cual los someten a una competencia desleal. Además, no se consigue la lista definitiva, pero aparecen productos que son un chiste como el café y las bananas. Esos productos siempre se importaron y subieron de precio por la devaluación del dólar oficial.

En realidad, estos regímenes de aperturas parciales (reitero que la apertura es total, pero en este caso se eliminan anticipos del IVA y se le dan las divisas al importador en 30 días) son complejos, no son igualitarios y, dado que se toman en forma discrecional, terminan siendo un privilegio para los que pueden acceder, muy contrario al discurso liberal. Además, como siempre ocurre, los efectos sobre el índice de precios son limitados y a largo plazo.

Trabas por errores conceptuales

Tanto Milei como Caputo insisten que para levantar el cepo deberían tener un colchón de us$13.000 millones para evitar una corrida, pero eso está demostrado una idea intervencionista, lo cual sería un error y algo contrario a lo que el Milei postula. El dólar es un precio más de la economía. Si liberaron los precios de los medicamentos, de la leche y de la carne, ¿porque no dejar el dólar libre?

Cuando Duhalde, con Remes Lenicov, quisieron salir de la convertibilidad cambiando la paridad a 1,40, el mercado se los llevó puestos y debieron liberar el mercado, sabiendo que no tenían reservas. El resultado fue que el dólar legó a subir a $10 pesos, pero en 4 meses había bajado a $4 sin ninguna intervención. Fueron las fuerzas del mercado las que lo hicieron porque, al subir tanto, los importadores no demandaron y los exportadores reaccionaron rápidamente y esto generó un fuerte ingreso de divisas.

El Banco Central debía intervenir comprando dólares para que no bajara más, no obstante, era tanto lo que ingresaba, que el dólar llegó a estar a $3, y era el gobierno de Néstor Kirchner con Roberto Lavagna como ministro. Milei pude llegar a cometer el mismo error que cometió el gobierno de Macri, con Sturzenegger como presidente del Banco Central. Cuando liberaron el tipo de cambio, que los peronistas habían dejado atrasado, se asustaron cuando subió y comenzaron a vender reservas para evitar que lo hiciera. Si lo hubieran dejado, le mercado, con más confianza, solo hubiera encontrado su nivel. En el caso de Macri tuvo gran influencia la parte política, con el jefe de gabinete a la cabeza.

La necesidad de liberar el tipo de cambio es muy urgente porque si hubiera un mercado libre, podría liberarse tranquilamente todas las importaciones, que se harían en el mercado libre, y al tipo de cambio vigente en el mismo, sin que el BCRA tenga que entregar divisas. De la misma forma, cuando ingresan exportaciones, el BCRA no estará obligado a comprar y emitir moneda, como debe hacer ahora. Puede comprar si quiere, pero por una estrategia propia de reservas no para corregir precios de mercado.

Interrogantes sobre el futuro

Con el rechazo del DNU por parte del Senado, el gobierno comenzó haciendo una amenaza recordando que el presidente, en su discurso del 1 de marzo, dijo que había dos caminos: acuerdo o confrontación. En esa oportunidad dijo que prefería el acuerdo pero que, si se lo negaban, estaba dispuesto a la confrontación "y verán un animal con una ferocidad que no han conocido" les avisó.

Hoy por hoy, el ala dura del gobierno lo entusiasma a Milei para que vaya a la confrontación, mientras el ala moderada le sugiere reemplazar el DNU rechazado por otros 10 DNU que analicen los mismos temas, pero desagregados. Por otra parte, se sigue negociando con los gobernadores por la Ley Bases y lo que enoja al presidente es que mientras se negocian estas cosas los gobernadore no quisieron influenciar sobre sus senadores para que apoyen el DNU, sobre todo los del kirchnerismo.

No obstante, las negociaciones se mantienen, los gobernadores ya recibieron un borrador del proyecto, que es más chico que el original y tiene algunas modificaciones en función de las necesidades de algunas provincias, aunque no se puede hacer leyes a medida que satisfagan a todos. Están comprendidas la reforma previsional (con discusiones con la oposición) la ley laboral, que prevé un blanqueo y norma de mayor flexibilidad. Además, está previsto el paquete fiscal, que incluye el impuesto a las Ganancias (que se denominaría a los ingresos personales) una moratoria y un blanqueo.

Están faltando varios temas importantes, pero quizás el más relevante sea un nuevo pacto fiscal con las provincias a efectos de remover una parte importante de los 140 impuestos y tasas que asolan a las empresas y a los consumidores. Cualquier producto o servicio en la Argentina tiene hoy un componente impositivo del 50%. Será una dura tarea conseguir que se elimine el impuesto a los ingresos brutos y ver de qué manera se podrá reponer esos ingresos provinciales.

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