¿Qué tipo de líder llevas adentro?

Sergio Miranda continúa aquí con su análisis en torno al liderazgo. ¿Los líderes nacen o se hacen? Una serie de respuestas y datos orientativos.

Sergio Miranda

Vamos a despejar de entrada la pregunta obvia, innecesaria y repetida de si el líder nace o se hace. Según mi perspectiva el líder nace y/o se hace y/o aparece cuando tiene que aparecer, no importa. Lo cierto es que tenemos un líder adentro que necesita de una determinada situación para mostrarse. Todas las personas al menos alguna vez hemos tenido la posibilidad de guiar y/o conducir y/o tomar decisiones por otros y esa simple acción ya nos dio la posibilidad de mostrar al líder interior.

Lo que si importa claramente es distinguir, un líder común y silvestre, que podemos ser cualquiera de nosotros, de un buen líder, que no solo requiere de factores externos que le permitan revelarse como tal, sino que además necesita de ciertas condiciones:

  • - Ser consciente, que es la capacidad para darse cuenta de lo que le pasa y para autoconocerse.
  • - Reconocerse como un ser complejo, compuesto por muchas dimensiones que hacen a su persona, tales como salud, familia, trabajo, disfrute, relaciones, disfrute del tiempo libre, realización personal, etc.
  • - Mantener alineadas esas dimensiones, de tal modo que si una se ve afectada, no impacte en las otras.
  • - Hacerse cargo de sus circunstancias, que es la responsabilidad o la habilidad para responder.
  • - Tener un fin en mente.
  • - Mantener alineadas sus acciones con sus valores.

El buen líder es el protagonista primero de su vida, que es lo que luego le permite poder conducir a otros a la acción. El mal líder, en cambio, elige el rol de víctima para conseguir, de esa forma, no hacerse cargo de su propia realidad y al no haber logrado esa coherencia interna, busca tapar esa carencia mal conduciendo a otros.

Siendo extremos en el ejemplo, sería bueno preguntarle a un líder que permanentemente guía a sus seguidores hacia acciones violentas o de venganza ¿a qué situaciones de violencia se sometió en algún momento de su vida y aún no logra resolver? ¿De quién, realmente, le gustaría vengarse?, pero mejor este tipo de preguntas la dejamos para una terapia que no es el fin de esta nota.

El buen líder se hace cargo. Asume la responsabilidad de sus actos, de su realidad y de su contexto y procura accionar sobre esta y tiene la habilidad para responder al contexto que le toca desafiar y a su vez puede generar o construir los contextos que le resulten favorables para su accionar. El mal líder por el contrario, busca siempre un culpable y por ende deja fuera de su campo de acción toda posibilidad de cambio. Es hábil para culpar a otros respecto a todo lo que pasa y a todo lo que le pasa.

El buen líder está permanentemente conectado con la acción de dar a otros. Su foco es el entregar a otros sus cualidades, ponerlas al servicio y por ende es una herramienta de transformación para otros y para sí mismo. Dar sin especular y sin esperar respuesta. Sabe que la propia acción del dar, ya contiene el premio y la satisfacción de liderazgo cumplido.

A su vez, si cambiamos la perspectiva, todo seguidor (persona que es liderada) tiene un radar interno muy poderoso e instintivo para detectar perfectamente a un líder que en lugar de apertura, que sería "dar sin intención", le ofrece especulación, que es "dar esperando algo a cambio". El líder que pone su foco en el recibir, simplemente, no logra resultados. No es efectivo, ya que su acción se centró en el resultado esperado y no en la acción en sí misma.

Llevado a la práctica, cuando el dirigente se concentra solo en el resultado y no en su accionar consciente y responsable, termina contaminando todo con su modelo mental, construido fundamentalmente por los miedos y con esto pierde su poder de objetividad.

También, el buen líder político tiene una capacidad especial para distinguir las interpretaciones de los hechos. Puede advertir cuando una determinada situación está contaminada con interpretaciones políticas, que obviamente siempre son 100% subjetivas y estas tapan el real hecho político, que es simplemente algo que aconteció en un determinado lugar, en un determinado momento, donde interactuaron determinadas personas con particulares modelos mentales. Cuando el líder logra separar el hecho de la interpretación, genera un campo inmenso de posibilidades de acción que le permiten una acción más eficaz.

La práctica política ha llevado a muchos "líderes" ha convertir sus interpretaciones en hechos y lo peor de todo, terminan creyendo que su interpretación de los hechos es la "verdad". Esto le ha quitado la posibilidad de accionar en forma más adecuada.

Pensemos por ejemplo en cualquier tipo de reclamo que realiza un grupo de personas a un líder local ¿cuáles son las posibilidades de acción cuando mira ese reclamo como un "hecho simple y puro", despojado de las interpretaciones?, ¿cuáles son las posibilidades si se mira al mismo hecho, solo desde la interpretación subjetiva? y ¿cuáles son las consecuencias de convertir su interpretación del hecho en "la verdad"?

¿Cuáles podrían ser los resultados y consecuencias de actuar desde una perspectiva u otra?

Para ver qué tipo de líder llevas adentro, entonces, la primer tarea es reflexionar acerca de cuáles son tus motivaciones internas, para luego descubrir cuál es el propósito que buscas al elegir ser un líder. Encontradas estas respuestas, centrá tus acciones en resolver los problemas, sin especulaciones y buscando ver el hecho puro despojado de las interpretaciones. Y fundamentalmente, nunca conviertas a tu interpretación en "la verdad".

Esas respuestas y ese accionar, sin dudas generará un potencial de liderazgo muy necesario para construir una política mejor y una sociedad más justa, lo cual, por cierto, es más que relevante en tiempos de pandemia donde todo se infecta muy rápidamente.

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