Mayans y el sueño de la dictadura propia: no sobra ningún derecho

Todos los derechos consagrados por la Constitución están vigentes. Las declaraciones del senador José Mayans en torno a que la pandemia suspende derechos terminan siendo sanas, porque dejan al descubierto el pensamiento de una porción no menor de la política que preferiría controlarlo todo sin disidencias.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

No hay que engañarse: aquella vieja expresión común entre los argentinos que decía que el país necesitaba "Un Castro, un Pinochet", tiene sus partidarios. Ninguna dictadura militar llego al poder en Argentina sin apoyo civil, ya sea política o tácita a escala popular. Aun hoy, la defensa del sistema de libertades que consagra la Constitución es una labor para la que hay que levantarse con ganas de ejercer cada día.

A la vista están las declaraciones de quien preside -nada menos- que el bloque del frente que gobierna en el Senado de la Nación, José Mayans, quien definió que durante la pandemia no rigen los derechos, en línea con las aberrantes acciones que ejecuta el gobernador Gildo Insfrán en Formosa.

"El derecho vos lo tenés, pero no en pandemia. Es claro el Código Penal, que no podés andar contagiando a la gente. Esto es un aislamiento preventivo, son diez días o catorce días hasta que tengan un hisopado negativo. Es para proteger", es la frase completa pronunciada por Mayans, quien hoy, a pesar de ello, hoy sigue siendo senador justamente porque la democracia le da lo que él pretende negar: derecho a decir barbaridades, aun en contra del sistema que le garantiza las libertades a todo el resto de la población.

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Pero su expresión es sana: dice lo que otros callan o niegan en forma hipócrita; expresa muy posiblemente los deseos de muchos dirigentes políticos piensan y ocultan, temerosos de perder votos. 

Mientras un sector se llena la boca con más propaganda que acciones postulando que promueve la "ampliación de derechos", en los hechos se los suprime, controla, ajusta, administra como un bien flexible que debe acomodarse a los antojos del mandamás.

Aquí, hay una resistencia concreta que ejercer: no debe ser suprimido ningún derecho, menos aun cuando esa supresión es consecuencia de otras intenciones -como la de controlarlo todo sin disidencias-, como ocurre en Formosa y en muchos otros lugares del país que en medio de la pandemia se arrogaron la atribución (que no tienen) de suspender o reinterpretar libremente los preceptos constitucionales.

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En la medida en que los argentinos no dejemos en claro que sí preferimos vivir en una democracia tal como la consagra la Constitución, seguirá habiendo quienes aprovechen su ocio político entre elección y elección para quitar derechos, ya sea gota a gota (disimuladamente) o de golpe (con perdón de la expresión por su analogía histórica).

Pero claro: todo ocurre en las tinieblas, sin la participación popular de los que no tienen tiempo de estar al tanto de este macaneo porque tienen que trabajar o buscar trabajo. O simplemente vivir sin especular sobre su próximo "triunfo" como lo hace la política montada solamente en su afán de "ganar ganar" todo el tiempo.

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