José Joaquín Brunner: Qué Chile diferente viene después de Bachelet, Piñera, Bachelet y Piñera

El proceso de traspaso generacional que vive Chile tiene este domingo un hito fundamental con las elecciones presidenciales. Lo analizó el académico y exministro chileno José Joaquín Brunner, en diálogo con Gabriel Conte y Santiago Montiveros en "Tormenta de Ideas", por radio Nihuil.

G. Conte y S. Montiveros

José Joaquín Brunner fue ministro del presidente Eduardo Frei, en la recuperada democracia chilena, y es un activo académico, al que se le consulta sobre los principales temas institucionales, educativos, culturales y políticos en general.

En esta elección de presidente, particular para Chile, Brunner analizó el contexto y se animó a trazar líneas sobre el futuro de un país que está viviendo una transformación desde adentro: cambio constitucional, insurgencia social, violencia de grupos extremos que se adjudican toda la representación mapuche y fundamentalmente, un cambio generacional en toda la dirigencia.

Brunner analizó con experiencia y generosidad el proceso que este domingo vive un hito, con las elecciones detrás de la cordillera.

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- El primer lugar vemos un contexto complejo con una aparente surgimiento muy fuerte de la derecha, que derecha estaba como escondida, una derecha que no es la de Piñera, es otra.

- Efectivamente es un momento muy complejo políticamente, está produciéndose un cambio generacional de las élites políticas en Chile como trasfondo. Luego tenemos dos grandes procesos. El proceso constituyente por un lado, que efectivamente nació de un movimiento de protesta que acarrearon un grado importante de violencia y pusieron en riesgo el estado de derecho en octubre de 2019. Por otro lado una elección presidencial y parlamentaria en donde se enfrentan polarizadamente distintos candidatos, pero con mayores posibilidades de éxito de los candidatos de uno de los dos extremo. Una nueva izquierda alternativa y antisistémica, alentada por el partido comunista, que en Chile siempre ha tenido una relativa importancia, y por el otro lado un candidato conservador de derecha, sin poder ser calificado de fascista como suele hacerse fácilmente. Sin embargo, efectivamente representa al espíritu retardatario, restaurador de la derecha. Estos dos extremos tienen al país en una situación de mucha expectativa. Es cierto que luego habrá un balotaje, una segunda vuelta en diciembre, y que los candidatos estarán obligados por las circunstancias electorales a moderar sus propuestas y a tratar de buscar consensos.

- Chile ha encarado una reforma de la Constitución que era una deuda pendiente de la democracia. ¿Usted cree que lo que se decida allí va a cambiar radicalmente la situación del país a nivel institucional?

- Yo creo que es muy difícil en un sistema democrático que se produzcan cambios revolucionarios, por decirlo de alguna. Esa es la ilusión, la utopía que de alguna manera está tendiendo a primar en Chile. Pero la democracia es un sistema que está diseñado, justamente, para evitar rupturas dentro de las sociedades y para dar lugar a negociaciones, a acuerdo, a construcciones y a reformas graduales. Ahora, si usted me pregunta de reforma importante, por cierto que ese va a ser el resultado fundamental de lo que estamos viviendo, pero no va a haber una ruptura democrática, como algunos sectores efectivamente aspiran. Es decir no veo que Chile esté a las puertas de un cambio brusco que rompa con la institucionalidad e instaure un régimen de este tipo que hay en América Latina, los llamado socialismos del siglo XXI.

- Desde que sea corto el periodo presidencial de 6 a 4 años han estado los mismos en Chile presidiendo. Primero Bachelet, Piñera, luego nuevamente Bachelet y luego nuevamente Piñera. Sin embargo, los candidatos que representan la continuidad de ambos no son los favoritos en estas elecciones. Al menos así lo indican las encuestas. ¿Por qué se da esto? 

- Tiene que ver fundamentalmente con lo que nombré hace un momento, que es el cambio de generaciones, y no sólo en la política, en general en la sociedad chilena. En los círculos académicos-intelectuales, entre los científicos, al interior de la iglesia, en los empresarios, en todas partes hay nuevas generaciones que están separadas del golpe militar y de la transición a la democracia. Nacieron después de 1990. Eso es lo que estamos viendo llegar hoy al poder en todos los planos. La edad promedio de la convención constituyente es alrededor de 40 años y eso es lo que vamos a tener en el parlamento y en el futuro de la política. Y por lo tanto este espíritu de renovación también ha llevado al intercambio entre Bachelet y Piñera durante 16 años a ser el fin de un ciclo generacional de élites. Y ahora vamos a encontrarnos con distintos grupos que acceden a las distintas fuentes de poder en la sociedad.

Elecciones: gane quien gane, Chile no será el mismo (y está muy bien que así sea)

- ¿Gane quien gane está garantizada una transición ordenada en Chile?

- No, yo no creo que esté asegurada, creo que tenemos un desafío enorme para tratar de construir una salida después de la elección presidencial, en su balotaje, del nuevo parlamento y del funcionamiento en paralelo de la convención constitucional. Tenemos el gran desafío de construir una salida que sea ordenada, pero no frenadora del cambio, porque efectivamente vamos hacia una fase de cambios y lo que va a definir el futuro de Chile es la gobernabilidad de esos cambios. En la elección lo que está en juego es elegir los equipos capaces de ofrecer gobernabilidad con cambio, no gobernabilidad conservadora. Es algo que nadie puede decir en este momento que esté asegurado.

- ¿Cómo ve usted, con su experiencia materia política y de gestión, el contexto latinoamericano? ¿Chile mira hacia los vecinos o se centra en su propia realidad, fundamentada en lo político, lo económico y va hacia adelante?

- Yo creo que hay, como en todas las sociedades, diversos grupos que tienen frente a la sensibilidad hacia hacia el entorno latinoamericano distintas percepciones. Yo formó parte de una generación que se llama la Concertación, que hizo la transición y estamos profundamente interesados, comprometidos y aprendemos y miramos a todas partes de América Latina. Por cierto, primero que nada a nuestros vecinos más inmediato como Argentina, Perú y Bolivia, pero estamos mirando con gran atención lo que ha ocurrido en Brasil y las próximas perspectivas, quizás, de un gran encuentro de fuerza política desde la centroderecha hasta el Lula, del partido de los trabajadores. Miramos con gran interés lo que ha estado ocurriendo en el Perú y Ecuador. Seguimos con atención la deriva que lleva el gobierno en México. Es decir, por cierto que estamos mirando, y yo personalmente, tenemos una percepción enorme preocupación por nuestra región. Creo que vienen por delante años que espero luego no se han llamados otra vez como "la década perdida", ojalá que no sean años perdidos desde el punto de vista económico, político y del necesario reencuentro de cada una de nuestras sociedades pospandemia, que efectivamente nos ha dejado con daños y ha hecho más aparentes desigualdades y distribuciones asimétricas de poder y de recursos en nuestras sociedades que tenemos que volver a reestablecer equilibrios. Ustedes en Argentina saben lo difícil que está siendo y nos va a ser difícil a nosotros también en Chile.

- Usted sabe que en Argentina tuvimos elecciones hace poco y el gobierno ha sido castigado con mucha fuerza. No se un norte hacia dónde ir. Unos tiran  para un lado, otros que tiran para el otro y otros no saben adónde ir. Sin un contexto político fuerte y sólido probablemente no está haciendo falta ese cambio generacional que está sucediendo en su país. Lo que me quedaba por preguntarle es precisamente, cómo ve a la Argentina de este momento. Hemos hablado con varios ex presidentes y nos han dicho que las categorías izquierda y derecha han prescrito, ya no tienen no tienen sentido, sino que hay que analizar los gobiernos de sentido práctico. ¿Usted qué piensa?

- Creo que hay combinar las dos cosas. Es cierto que el tradicional espectro de izquierda y derecha, tal como lo conocíamos a lo largo de la segunda parte del siglo XX y el tal vez los primeros años del siglo XXI, ya no existe como tal. No existe ese espectro de izquierda a derecha, pero qué duda cabe. Se están reconstruyendo fuerzas que uno puede adjudicar a tradiciones, a proyectos y a ideales de izquierda o a proyectos, tradiciones, e ideales de derecha. Eso vuelve a estar el juego. Pero Argentina siempre ha sido una sociedad políticamente más difícil de descifrar desde fuera, porque tiene un fenómeno central a lo largo de todo este período del cual hablamos, que es el peronismo, que es una categoría que muchas cruza transversalmente distintas versiones de izquierda y de derecha. Eso fue mucho más notablemente en momentos anteriores de la historia argentina, pero vuelve a estar presente ahora. Por lo tanto tendrá que haber en cada una de las sociedad, y va a ser muy distinta en la Argentina, de lo que ocurra acá o de lo que ocurra en Venezuela el día de mañana, en términos de cómo se recomponen las fuerzas capaces de asegurar una transformación democrática en las sociedad para entrar en este período de enormes incertidumbres y cambios tecnológicos, políticos, culturales que traerá el siglo XXI. Cada una de nuestras sociedades tendrá que hacer esta experiencia y cada una tendrá que convivir con sus propios fantasmas.

- Quería preguntarle por el candidato Kast. Uno lo que ve a la distancia es que se lo vincula con como un admirador de Pinochet, se lo define como el Bolsonaro chileno. ¿Cuál es la verdadera definición que usted podría hacer del candidato Kast y si son acertadas estas descripción que uno escucha a la distancia?

- Son acertadas a medias como todas las etiquetas, que no dan cuenta de la complejidad de los fenómenos. Pero qué duda cabe que Kast es un hombre que viene del principal partido conservador chileno, que es la Unión Demócrata Independiente, la UDI, que a su vez es la heredera más directa del pinochetismo y de lo que representó el pinochetismo en Chile. Hay que pensar que cuando fue forzado por el plebiscito a dejar el poder, Pinochet igual reunió más del 40% de los votos del electorado, de modo tal que ahí también hay una particularidad que veces no se entiende bien. En Chile la derecha ha sido históricamente muy fuerte y lo ha sido apoyada violentamente durante la dictadura, pero luego ha tenido y tiene un enraizamiento electoral que habrá que ver cómo se manifiesta ahora porque la derecha está golpeada por la experiencia del gobierno de Piñera, está dividida internamente y tiene candidatos con dos rostros muy distintos. Uno más liberal democrático y uno más autoritario dentro de la tradición de la derecha chilena, pero honestamente no ha hecho ninguna declaración que uno pueda decir que es directamente antidemocrática en el sentido que quiera suprimir instituciones, pero qué duda cabe, su programa y su visión de mundo es conservadora, es restauradora, es completamente ahistórica en ese sentido. Y luego termino diciendo que las encuestas propiamente tales, las últimas que se hicieron, son difíciles de entender en el ambiente actual en donde no hay presencialidad y por lo tanto en realidad es que tengamos cuatro candidatos con capacidad de pasar a segunda vuelta y dos que están más cerca de hacerlo. Tampoco hay que dar por hecho de que Kast esté presentando un arrollador avance como se ha tratado de presentar.

- Desde Argentina ,y fundamentalmente desde Mendoza, hemos visto siempre a Chile como una gran plataforma para llegar al mundo, por su vínculos comerciales internacionales. Nos parece interesante a los argentinos que estamos embarcados en un fracaso que es el Mercosur, que no logramos hacerlo arrancar. ¿Usted cree que va a cambiar la relación de chile con el mundo en materia de vinculación económica, si gana la extrema derecha o si gana la izquierda?

- Yo creo que va a ser parte del campo de disputa. Me parece que las primeras indicaciones de un candidato de derecha, más bien nacionalista en un sentido un poco anticuado de la palabra, y uno de izquierda más bien antiglobalización en un sentido más contemporáneo de la palabra, los dos me parece que no representan realmente lo que Chile necesita desde el punto de vista de su inserción mundial. Chile es una economía realmente pequeña, con cierto tipo de ventajas competitivas y con otras grandes desventajas. Necesita efectivamente permanecer inserto en el mundo. Hoy día tenemos, entre otras cosas, una especie de abanico muy amplio de acuerdos comerciales que van desde la -República Popular China, Estados Unidos, a la Unión Europea y al resto de América latina y eso en realidad la plataforma única, creo yo, de crecimiento real que tiene el país para la próximas décadas y, por lo tanto, que se parece que termina imponiéndose, de alguna manera, sea con cara de derecha o cara de izquierda, la racionalidad política de fondo deberíamos mantener nuestra inserción y buscar como mejorarla, en el sentido de tener una mejor capacidad entrar a mercados cada vez más sofisticados desde el punto de vista de la base tecnológica de aquello que se exporta. Pero claro, esos son procesos lentos y largos, y creo que Chile está maduro para emprenderlo, pero necesita justamente tener gobernabilidad e institucionalidad que le permita desplegar estas fuerzas innovadoras.

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