"El pueblo quiere saber de qué se trata": Mayo y el sueño de los líderes fundadores

Juan Marcelo Calabria trae a la fecha el recuerdo de la construcción de la independencia en aquel mayo en que se dio el primer grito de libertad.

Juan Marcelo Calabria

Durante el mes Mayo, recordamos diferentes hitos que constituyeron la génesis de la revolución que nos llevó finalmente, años después, a nuestra independencia. En todo nuestro proceso independentista dos líderes destacaron significativamente: Manuel Belgrano y José Francisco de San Martín, padres fundadores de nuestra nación; máximos referentes, que aunque aparecieron en distintos momentos en la escena revolucionaria, confluyeron finalmente en ideas y acción en la lucha por la Libertad.

Aquella larga lucha que comenzó con la Revolución de Mayo y tuvo su punto culmine el 9 de julio de 1816, cuando el Congreso de Tucumán, a instancias y solicitud de Manuel y José declaró finalmente la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica. Ambos patriotas coincidieron tempranamente en el rumbo que debía seguir la revolución y especialmente en las bases para la formación de las "nuevas repúblicas"; en su calidad de líderes ampliamente preparados, formados y dedicados a una misión, a la que dedicaron su vida.

Mayo fue sin duda el escenario donde destacó tempranamente, el futuro creador de la bandera: Manuel Belgrano, quien desde su formación como abogado, economista, periodista y militar fue uno de los impulsores de la Revolución junto con Mariano Moreno, su primo Juan José Castelli y un gran cantidad de hombres y mujeres que dieron los primeros pasos hacia la libertad. Belgrano, destacado hombre de ideas y de letras, nos dio la posibilidad de acceder a muchos pasajes de su vida en virtud de haber escrito en diferentes etapas sus memorias, entre las que se cuenta su autobiografía, la que muy posiblemente empezó a escribir en 1814, y en cuyos primeros párrafos decía: "Nada importa saber ó no, la vida de cierta clase de hombres que todos sus trabajos y afanes los han contraído a sí mismos, y ni un solo instante han concedido a los demás; pero la de los hombres públicos, sea cual fuere, debe siempre presentarse, o para que sirva de ejemplo que se emite, ó dé una lección que retraiga de incidir en sus defectos", respondiendo de esta forma a aquella máxima que comenzó a circular en esos cruciales días de mayo: "El Pueblo quiere saber de qué se trata".

Pero además con aquella visión tan clara que lo caracterizaba, más adelante Belgrano afirmaba: "Se ha dicho, y dicho muy bien - que el estudio de lo pasado enseña cómo debe manejarse el hombre en lo presente y porvenir-; porque, desengañémonos, la base de nuestras operaciones, siempre es la misma, aunque las circunstancias alguna vez la desfiguren". Palabras más que autorizadas pronunciadas por quien había tenido el privilegio de ser un observador y protagonista de los grandes cambios que comenzaba a alumbrar el mundo de su época.

Es así que en tiempos de las "grandes revoluciones": Revolución Inglesa, Revolución Norteamericana, Revolución Francesa, Guerra de Independencia Española y la Guerra de Independencia de Hispanoamérica, ya sea a través de los libros, en contacto directo por carta con sus protagonistas o bien como testigo cercano de los acontecimientos, Belgrano pudo formarse y abrevar en el siglo de la ilustración y explosión de las ideas. Tales circunstancias que rodearon su vida lo involucraron como observador y actor protagónico de acontecimientos centrales tanto políticos, económicos y sociales que cambiaron el mundo en aquellos años e impulsaron al joven Belgrano a tomar un rol central en la historia convirtiéndose en un actor de cambio para su lugar de origen. Su gran capacidad para percibir la realidad y su sólida formación intelectual y académica le permitieron convertirse en uno de los personajes cruciales de aquellos momentos.

El mismo Manuel describe esta poderosa influencia que marco de cerca su existencia diciendo: "Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de la Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían á que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aun las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa ó indirectamente".

En un breve repaso de su vida en aquellos años, podemos recordar que en Junio de 1786 parte a Europa para comenzar su formación en España, destino obligado para los jóvenes criollos hijos de las familias acaudaladas del Virreinato del Río de la Plata; iniciando la carrera de leyes en la Universidad de Salamanca, para luego continuar en la Universidad de Valladolid, según sus propias palabras"...la ocupación de mi padre fue la de comerciante, y como le tocó el tiempo del monopolio, adquirió riquezas para vivir cómodamente y dar á sus hijos la educación mejor de aquella época. Me proporcionó la enseñanza de las primeras letras, la gramática latina, filosofía y algo de teología en el mismo Buenos Aires. Sucesivamente me mandó á España á seguir la carrera de las leyes, y allí estudié en Salamanca; me gradué en Valladolid; continué en Madrid y me recibí de abogado en la Chancillería de Valladolid".

En tanto mientras cursaba su educación universitaria, el joven Manuel solicitaba una curiosa autorización al Papa Pio VI: "Beatísimo Padre: Manuel Belgrano humilde postulante a vuestra Santidad expone que él mismo, después de haber estudiado la carrera de letras, se dedicó al derecho civil, en el que obtuvo el grado de bachiller y a otras facultades, siendo al presente presidente de la Academia de Derecho Romano; Práctica Forense y Economía Política en la Real Universidad de Salamanca. Por lo cual, para tranquilidad de su conciencia y aumento de la erudición; a Vuestra Santidad suplica le conceda permiso para leer y retener libros prohibidos en la regla más amplia, y Dios". [1] La autorización que finalmente consigue 11/07/1790, le permite acceder a libros sobre religión, sociología, política e historia, que habían sido incluidos en el tristemente célebre "Índice de libros prohibidos de la Inquisición Española" y que respondía al "Index librorum prohibitorum", que reunía lo más selecto de las obras de científicos y libre pensadores de los siglos XIV al XVIII inclusive.

Su formación, el sentido de la responsabilidad cívica y el cabal conocimiento del compromiso público de los cargos y funciones que le tocaba desempeñar, en el marco de la revolución y temprana formación de los estados americanos, dieron a Manuel Belgrano la oportunidad de manifestar un sentido moral y ético en cada una de sus decisiones y acciones convirtiéndose en un verdadero ejemplo de hombre público, para sus contemporáneos y también para quienes la generaciones futuras. Ejemplo de coraje y decisión, pero por sobre todo integridad y coherencia sostener con sus armas, como temprano general de los primeros ejércitos patrios, aquellas ideas que había propagado con su pluma y su palabra, y que lo llevaran desde su rol central en la Revolución de Mayo como impulsor y vocal del Primer Gobierno Patrio, a conducir las primeras expediciones militares.

El mismo Belgrano recordaría esos momentos iniciáticos de la revolución diciendo: "Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos". Siguiendo luego su derrotero como Jefe de las Expediciones libertadoras a la Banda Oriental y posteriormente como jefe en las expediciones del Norte.

Por esos años, mientras Belgrano fungía como General en Jefe de esas primeras experiencias militares en defensa de la Revolución de Mayo, llegaba al Plata, quien sería luego el otro gran líder del proceso independentista: el por entonces Teniente Coronel de los ejércitos peninsulares José Francisco de San Martín, destacado oficial español que había destacado en la Guerra de Independencia Española contra los ejércitos de Napoleón Bonaparte. San Martín, ampliamente formado en las guerras europeas, desde su posición de líder ilustrado supo, enterado de los movimientos revolucionarios, que había llegado el momento de regresar, paso trascendental que el mismo lo recordó años después diciendo: "Una reunión de americanos, en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos, acaecidos en Caracas, Buenos Aires(...), resolvimos regresar cada uno a nuestro país de nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar."

En sus primeros contactos epistolares Belgrano y San Martín coincidían en las posibilidades que brindaba América para fundar un nuevo mundo bajo los ideales de libertad, igualdad, fraternidad y progreso; bajo la inspiración de la ilustración y fomento de las letras como contrapartida al "Antiguo Régimen" que había hecho estragos en Europa. Ambos líderes, convencidos de que había llegado el momento de torcer los destinos del continente "Dionisíaco", arriesgaron todo lo que tenían al servicio de la guerra de la independencia. Belgrano ofreció su fortuna e intelecto desde su designación como vocal de la Primera Junta de Gobierno y luego fue abnegado general de los primeros ejércitos patrios, a los que incluso llegó a solventar con su propio patrimonio; en el caso de San Martín, al dejar su carrera militar en la península tomó la disposición transcendental de retornar a América para prestar sus servicios, decisión que significó sin duda un gran cambio en la historia de la humanidad.

Desde su llegada al Río de la Plata, San Martín, y pocos meses después ya en comunicación con el numen de Mayo, San Martín se convertiría en el gran impulsor de la independencia de América, poniendo a disposición de esta causa toda su experiencia y su mente extraordinaria, su carácter incorruptible y su voluntad inquebrantable, y tan sólo dos años después de su llegada al Río de la Plata, San Martín tomaba la posta de manos del mismo Belgrano, quien luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma le decía: "No siempre puede uno lo que quiere, ni con las mejores medidas se alcanza lo que se desea: he sido completamente batido en las pampas de Ayohuma cuando más creía conseguir la victoria; pero hay constancia y fortaleza para sobrellevar los contrastes y nada me arredrará para servir; aunque sea en la clase de soldado, para la libertad e independencia de la patria ... lo pedí a usted desde Tucumán, no quisieron enviármelo; algún día sentirán esta negativa ...".

San Martín, marchaba al norte a cumplir con la misión de auxiliar y luego relevar al benemérito padre de la patria, tal el título con que ya se lo calificaba a Don Manuel, cuando en el camino recibía esta nueva comunicación del creador de la Bandera: "No sé decir a usted lo bastante cuánto me alegro de la disposición del gobierno para que venga de jefe ... Vuele usted, si es posible; la patria necesita de que se hagan esfuerzos singulares y no dudo que usted los ejecute según mis deseos, para que yo pueda respirar con alguna confianza y salir de los graves cuidados que me agitan ... Crea usted que no tendré satisfacción mayor que el día que logre tener la satisfacción de estrecharlo entre mis brazos y hacerle ver lo que aprecio el mérito y honradez de los buenos patriotas como usted ...".

Pocos días después le volvía a escribir: "... Porque estoy firmemente persuadido de que con usted se salvará la patria y podrá el ejército tomar diferente aspecto: soy solo; esto es hablar con claridad y confianza: no tengo ni he tenido quien me ayude y he andado los países en que he hecho la guerra como un descubridor, pero no acompañado de hombres que tengan iguales sentimientos a los míos, de sacrificarse antes que sucumbir a la tiranía ... porque la América aún no estaba en disposición de recibir los grandes bienes de la libertad e independencia; en fin mi amigo, espero en usted un compañero que me ilumine, que me ayude y quien conozca en mí la sencillez de mi trato y la pureza de mis intenciones, que Dios sabe no se dirigen ni se han dirigido más que al bien general de la patria y sacar a nuestros paisanos de la esclavitud en que vivían (...) En fin mi amigo, hablaría más con usted si el tiempo me lo permitiera; empéñese usted en volar, si le es posible, con el auxilio, y en venir a ser no sólo mi amigo, sino maestro mío, mi compañero y mi jefe si quiere; persuádase que le hablo con mi corazón, como lo comprobaré con la experiencia constante que haga de la voluntad con que se dice suyo ... Manuel Belgrano".

Años después del encuentro de ambos libertadores en el norte, San Martín, ya en ejercicio de la Gobernación Intendencia de Cuyo preparando el Ejército Libertador de Los Andes e impulsando las acciones del Congreso de Tucumán, poco antes de la Declaración de Independencia, al enterarse que Belgrano regresaba de su misión diplomática en Europa, escribía al diputado por Mendoza Tomás Godoy Cruz: "En el caso de nombrar a quien deba reemplazar a Rondeau, yo me decido por Belgrano, este es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural, no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame usted que es lo mejor que tenemos en la América del Sur". En una expresión sincera de amistad y admiración, y también quizás como un reconocimiento a su gran hermano de causa y fundador de la Nación.

Meses después de esta carta, Belgrano directamente en Tucumán y San Martín desde Mendoza, influirán decididamente en los diputados para que el Congreso Soberano declare finalmente la independencia de las Provincias de Sudamérica, concluyendo así con el acto jurídico que ponía el broche de oro al proceso iniciado aquel lejano 25 de Mayo de 1810, y abriendo camino al Cruce de Los Andes y la Gran Epopeya de Liberación Continental que dio libertad a medio contiene.

Finalmente cabe destacar, una vez más, que ambos Padres Fundadores no solamente coincidieron en sus principios independentistas, sino que también fueron grandes impulsores de la educación, ilustración y la cultura; sus principios y valores quedaron plasmados en innumerables proclamas, bandos, oficios y correspondencia, que, dos siglos después, siguen siendo un legado que espera ser honrado, pues el mismo Belgrano afirmaba: "¿Cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten a los vicios, y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con mayores y más grandes aumentos?", mientras que en el mismo sentido su amigo y hermano de causa: José de San Martín decía: "La ilustración y fomento de las letras son las llaves maestras que abren las puertas de la abundancia y hacen felices a los pueblos". Grandes enseñanzas de quienes nos dieron la Libertad.


EL AUTOR. Juan Marcelo Calabria. Miembro correspondiente por Mendoza de la Academia Nacional Sanmartiniana. Docente de la Universidad Nacional de Cuyo. Autor del Libro: San Martín Modelo de Líder Americano entre otros.


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[1]Museo Mitre. Archivo Histórico. Colección General Manuel Belgrano (1714-1889). Manuscritos.

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