Cargos hereditarios: el linaje también influye en la selección de docentes

Al momento de elegir a un docente, el Estado valora más a aquellos de ascendencia docente. Otra muestra de "cargos heredados", vinculados a la educación.

Haciendo hincapié en "el mérito, la equidad y la aptitud", recientemente el Gobierno de Mendoza rechazó la idea de cargos hereditarios en el Estado, ante el reclamo del hijo de un empleado fallecido. Sin embargo, esa máxima no siempre se cumple. De hecho, hay casos en los que hasta un docente no llega al cargo por mérito o aptitud: sino por herencia.

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Hoy en día, cuando se genera una vacante en alguna escuela, los concursos pueden terminar resolviéndose por décimas en la grillas de puntajes, por lo que obtener un punto más o un punto menos es determinante. Y mientras que algunos deben sumar varios cursos o capacitaciones para hacerlo, a otros sólo les alcanzará con ser hijos de.

Pocos lo saben fuera de la docencia, pero muy presente lo tienen aquellos maestros y maestras que recién se inician: el hecho de ser hijo de un docente otorga 1 punto en la grilla de puntaje. Entonces, ante igualdad de capacitación y calificaciones, entre dos educadores, tendrá prioridad aquel que tuvo la suerte tener un padre o madre docente.

Para comprender qué importancia tiene ser hijo de un docente, en el bono de puntaje es el equivalente a hacer cinco talleres o cursos de perfeccionamiento de más de 200 horas (otorga 0,2 puntos cada uno); participar en 13 encuentros o jornadas internacionales con ponencia (0,075 cada una); o hacer cinco trabajos de investigación (0,2 cada uno).

También podrán sumar 1 punto al bono quienes tengan tres becas de perfeccionamiento ganadas por concurso a nivel internacional (0,3 cada una), o cinco becas de perfeccionamiento docente ganadas por concurso a nivel nacional (0,2 cada una). En cualquier de estos casos, se llega a un punto, lo mismo que se obtiene sin hacer nada, siendo "hijo de".

Desde la DGE son críticos de esto, pero en los últimos ocho años nada se dijo públicamente al respecto. Apuntan a que sería necesaria una revisión más exhaustiva del estatuto docente, más allá de la prioridad que se les da a los hijos de docentes con más de 10 años de carrera. Y agregan que es una "tradición del siglo pasado", algo "heredado".

En el Siglo XX, en una época en la que terminar los estudios primarios y secundarios no era lo habitual, ser hijo de un docente implicaba vivir en un hogar con mayor "transferencia de conocimientos" o "cultura general". Ese es el argumento para que se haya premiado con un punto ser hijo de un docente, pero no para mantenerlo en pleno Siglo XXI.

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Más allá de la "herencia", hay algo más que excede a la idoneidad y el mérito, y que se contempla al momento de definir qué maestro obtiene un trabajo y cuál no: la situación económica. De hecho, Memo contó el año pasado cómo la mayoría de los docentes declaran ser "sostén de hogar", ya que ello no le otorga 1 punto, sino 2. Lisa y llanamente, un docente puede ganar un concurso por tener menos recursos económicos.

Ni el linaje ni el dinero serían argumentos válidos para premiar a una persona por encima de otra encargándole la educación de los chicos. Esto no es una apreciación subjetiva, sino una reformulación de lo que dice la Constitución Nacional: "Todos los habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad".

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