Peor que el blue: la brecha entre la política y la realidad se acerca al 100%

No hay caso con los actores de la política en todos los niveles. No les afecta nada y siguen con sus discusiones de poder que poco le importan al ciudadano de a pie. Mientras, nosotros seguimos "acogotados" por lo que pasa en el mundo real y ellos no ven.

La conducción política está alejada de la realidad en muchos ámbitos y niveles. A nivel nacional hay muchos ejemplos, por el lado del oficialismo y de la oposición. Concentrados en sistemas electorales y cambios en la Corte mientras la inflación carcome los bolsillos de la clase media y los pobres se hunden cada vez más. Sólo hay medidas parches y no cuestiones de fondo que permitan pensar en que esto puede cambiar.

A nivel local hemos visto en las últimas semanas en la Legislatura una disputa feroz a partir del caso Bonarrico, el cual está mostrando lo peor de la política mendocina. Por un lado el nivel de soberbia del oficialismo que se siente todopoderoso y no sólo por encima del PJ, sino por encima de la gente que "no es boluda" y se da cuenta que algo no está bien con el caso. Por el otro, el del oportunismo de la oposición para intentar pegarle a alguna en un período en el que parecen estar desorientados y faltos de liderazgos que les permitan pensar en la elección del próximo año.

Es que mientras unos creen que el poder les durará toda la vida (y pueden hacer lo que se les antoje) y los otros tratan de agarrarse de todo lo que sea posible para intentar levantar cabeza. En el medio, como siempre, está el ciudadano que tiene que remarla día a día para poder llegar a fin de mes, cuestión que se hace cada día más difícil.

Lo bueno para la clase política, por ejemplo, es que el ciudadano poco le importa y "poca bola" le da a lo que hacen en Casa de Gobierno, en las oficinas partidarias o en le Legislatura. En el edificio de calle Patricias, por ejemplo, están más preocupados de enviar iniciativas para que un coro cante el himno una vez al mes en el recinto, en lugar de buscar proyectos que fomenten la producción o que generen herramientas para que las pymes puedan tener condiciones para dar más empleo.

La política hace muchos años que tiene sus propios tiempos e intereses, pero lo extraño es que cuando se ve con la soga al cuello no apunta a innovar, sino que repite los mismos errores del pasado, para volver a pegarse contra un muro y salir con la cola entre las piernas.

Un caso que me genera especial malestar es el manoseo que hace la política de la actividad minera. Con mi posición permanente a favor de la actividad, porque he visto en terreno cómo puede mejorar la calidad de vida de las comunidades, veo con temor y molestia cómo la política una vez más buscará a los empujones tratan de imponer lo que se debe hacer con un debate serio y con una sociedad informada. Hoy no es así, y algunos cambian de opinión por la profunda crisis económica, pero no tienen la base de la realidad del funcionamientos de la industria y sigue incrustada la campaña del miedo.

Desde Malargüe se insistirá en el proyecto para reformar permitir el desarrollo de la actividad metalífera en ese departamento, lo que necesariamente significa modificar la 7.722 (aunque insistan en decir lo contrario) y volver a generar el clima que se vivió en 2019, aún insistiendo en que es una zona con "licencia social".

Es que en el propio sector minero entienden que hacer lo mismo tiene los mismos resultados. Por eso, no se considera otra opción en el corto plazo que no sea poder hacer minería con las durísimas limitaciones que pone la 7.722. Eso, porque en Mendoza no se ha hecho un trabajo de base para poder cambiar el escenario bajo el cual se registraron las violentas protestas que terminaron con la derogación de la Ley 9.209.

A pesar de todo eso, la política pareciera no ver lo que a la mayoría le parece lógico que va a suceder y sigue adelante con su idea en pos de mantener el poder.

Entonces, con esos ejemplos, el futuro no es para nada esperanzador, porque no tenemos dirigentes que puedan ser capaces de acercarse a la realidad e impulsar alternativas necesarias para que el ciudadano de a pie encuentre un reflejo de sus preocupaciones en los actos de la clase política.

La política sigue en su mundo paralelo y el mendocino sigue "acogotado" por la realidad que ellos no ven ni sufren, porque sus salarios vienen del Estado, pero más específicamente del Gobierno. Ese ente traicionero que se acuerda de vos para cobrarte los impuestos, pero no cuando tiene que darte explicaciones de lo que hace con lo que te saca y menos cuando no genera un escenario para que vivas un poquito mejor.

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