Rusia-Ucrania: la guerra y la paz

Julio Villalonga, periodista argentino que dirige Gaceta Mercantil, pone en foco la guerra y lo cuenta en sus crónicas. Accedé a todo un material de primer nivel sobre Ucrania y Rusia.

Julio Villalonga

En Kiev, la capital de Ucrania, la vida transcurre casi con normalidad. Lo único que remite a la guerra que se libra en el este del país, en la región del Donbass, son las barricadas alrededor de los principales edificios públicos, los blindados ligeros y la fuerte presencia de tropas, incluso patrullando. Por lo demás, la conmoción de las primeras semanas por el avance de las tropas de élite rusas que se dirigían hacia ella fue cediendo y, tras la retirada del último soldado del poderoso vecino, a mediados de abril, luce como cualquier otra ciudad del este europeo. En los alrededores de Kiev la situación es otra. Allí sí se ven signos de bombardeos en zonas fabriles, pero no mucho más. Los ataques quirúrgicos ordenados por Vladímir Putin se han dirigido a la infraestructura militar en toda Ucrania, no solo en el Conurbano de la capital. Unidades aéreas, bases y depósitos -sobre todo, en las últimas semanas, aquellos donde se instalan tanques, blindados y armamento enviado por Estados Unidos y varios países de la OTAN- han sido y siguen siendo blanco de los cazas rusos, que con misiles aire-tierra han logrado aniquilar gran parte del músculo militar ucraniano. El armamento que llega de Occidente no ha logrado suplir las pérdidas. Y además, es variado y la capacitación en su uso lleva tiempo.

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Un reciente informe de la inteligencia británica, filtrado por el diario The Independent, da cuenta de la enorme superioridad en calidad y cantidad del brazo militar ruso sobre el ucraniano. Solo la aceitada campaña propagandística de Washington y la Alianza Atlántica pudieron, en algún momento, instalar la duda en la mente de los menos informados sobre el desarrollo y el final del enfrentamiento, cada vez más cercano, haya o no haya habido errores de planificación de parte del alto mando ruso. De asegurar que la estrategia del Kremlin había sido errada se ha pasado en el último mes a poner el acento en los crímenes de guerra rusos en territorio ucraniano. Se sabe, ninguno de los dos bandos dice la verdad. Pero uno miente muy bien y tiene un aparato de propaganda fenomenal, y el otro es solo reactivo y ha vuelto a mostrar la torpeza -y la poca transparencia- en ese campo que caracterizó a la conducción de la fallida Unión Soviética. Esta es la única explicación de por qué se llegó a afirmar, en toda la prensa occidental que la ofensiva rusa naufragaba ante la notable voluntad de lucha de las tropas de Vladímir Zelenski.

El enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania se encamina hacia un previsible triunfo de las tropas de Moscú en el Donbass, que incluye a los territorios de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Dontesk (RPD) y Lugansk (RPL), cuyo reconocimiento por parte del Kremlin fue simultáneo, el pasado 24 de febrero, a la "operación militar especial" lanzada por Vladimir Putin para "desnazificar" y "desmilitarizar" esa zona, según el eufemismo que usó para referirse a la invasión.

No es fácil determinar aún ahora si la primera fase de la operación tuvo un objetivo militar, propagandístico o ambos. En cualquier caso, en la segunda fase Moscú se concentró en garantizar su principal fin estratégico, unir el Donbass con la península de Crimea, que estaban separados por las provincias de Jersón y Zaporiyia. Más tarde o más temprano, una vez que esto se consiga, el alto mando en Moscú podrá darla por cumplida al dejar a Ucrania sin acceso al mar de Azov y unida la península de Crimea a territorio al menos controlado por tropas rusas. La liberación total de Donetsk y Lugansk, sumado al referéndum en la provincia de Jersón para unirse a Rusia, que tendrá lugar antes de fin de año, dejaría a la región de Zaporiyia como un fruto maduro al caer en el corto plazo. Continuá con esta columna haciendo clic aquí.

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