Historias del zoológico mendocino

Las perlitas que deja la historia del antiguo "Jardín Zoológico" de Mendoza, que encerró animales para deleite de las personas, que poco a poco fueron dándose cuenta de su gusto era cruel. Lo cuenta la historiadora Luciana Sabina.

Luciana Sabina

El primer "Zoo" del que se tiene registro existió en Egipto hacia el 1500 A.C., pero fue con la "Casa Imperial de Fieras" en Viena (1765) cuando apareció uno en sentido moderno.

Aunque hoy se encuentren en crisis, priorizando el bienestar de los animales, alguna vez fueron considerados lugares de aprendizaje y colocaban a cualquier ciudad a la vanguardia. Que el pueblo pudiese apreciar animales salvajes y conocer sus características le otorgaba civilidad, por eso Mendoza inauguró el suyo en 1903.

Comenzó con algunos animales enviados desde Buenos Aires y dos años más tarde llegó el primer pavo real, causando sensación entre los mendocinos.

Algunos ciudadanos colaboraron cediendo sus propios ejemplares de diversos animales, por ejemplo el 7 de diciembre de 1912 un vecino llamado Ángel Marello donó "un gallo fino".

Paulatinamente el espacio se convirtió en un lugar de recreación para los niños, realizándose allí diversas actividades. El domingo 19 de noviembre de 1933 tuvo lugar un acontecimiento sumamente importante en la historia artística de nuestra provincia: hizo su debut el elenco del Teatro Pulgarcito. La entrada fue gratuita, pero al finalizar la función los pequeños artistas fueron "obsequiados" con una chocolatada.

En 1935 se realizaron intercambios con el Zoo principal de Chile, de este modo llegaron zorros, monos y jaguares, además de especies seleccionadas de pájaros.

Paulatinamente fueron mejorando las condiciones del lugar y comenzó una tarea importante de reproducción, al año siguiente nació por primera vez un león en Mendoza. Una pequeña leona que tuvo que ser amamantada por la esposa de uno de los obreros del Zoológico.

A principios de 1941 se inauguró la recordada y temida "Fosa de los leones", que tardó en ser cavada casi un año.

A finales de dicha década se ampliaron las instalaciones, además se sumaron jaulas modernas y de mayor tamaño. Durante los 50' ya contaba con ambientes calefaccionados para animales exóticos.

A pesar de las mejoras, en 1958 representantes de la Sociedad Protectora de Animales se quejaron por primera vez de manera contundente, pidiendo que se liberara a un cóndor sujeto con cadenas en la puerta del lugar. Esto dio mucho que hablar, sin embargo la casi simultánea incorporación de un elefante volvió a entusiasmar a los mendocinos que regresaron masivamente. Comenzó así la época de oro del Zoo cuyano.

Los animales también se escapaban, este fue el caso del oso hormiguero Rider, llegado de Formosa que en 1867 se escapó y llegó hasta el autódromo donde se recuperó. Había llegado al Zoo con su madre y un hermano, fueron capturados utilizando perros para arrinconarlos. Sólo él sobrevivió tras llegar a nuestra provincia y desde entonces Rider durmió sobre el "cuero" de su madre.

Por historias como las de este oso hormiguero el zoológico es hoy sólo un recuerdo. 

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