¿Se puede llevar una buena vida en medio de una mala vida?

En la serie de artículos "Democracia: ¿realidad o ficción?", un nuevo aporte de la autora del libro que lleva ese mismo título, Elia Ana Bianchi de Zizzias.

Elia Bianchi de Zizzias

"Cuando se plantea que el individuo puede hacerse cargo de sí mismo bajo unas condiciones de precariedad generalizada, sino de auténtica pobreza, se está dando por hecho algo asombroso y es que se asume que las personas pueden actuar de manera autónoma en una condiciones en que la vida se vuelve ficción". Judith Butler, 2017.

La cuestión se convierte en tema de debates académicos y no es mi intención entrar en respuestas retóricas sobre qué se entiende por "buena vida" o "mala vida", sino referirme a cuestiones que nos afectan a todos los argentinos en la actual crisis en la que estamos inmersos, sumidos en la perplejidad política del próximo balotaje presidencial.

Mi respuesta es un rotundo NO, desde el punto de vista ético y económico.

No pueden vivir buena vida los pobres, indigentes, a pesar de los subsidios y el clientelismo político. La precariedad de sus vidas hace que queden hoy invisibilizados, convertidos en votos, a cambio de platita, heladeras, colchones y chapas. Piqueteros a sueldo.

No pueden vivir buena vida los niños, niñas y adolescentes, sin escuelas, con la tentación de las drogas, que marcarán su futuro. Y el adoctrinamiento político que atenta con su educación democrática.

No pueden vivir buena vida los ancianos, los jubilados que con sus magros ingresos no pueden subsistir dignamente y que, a veces, son insultados con expresiones condenables como : descartables, etc. Quienes a pesar de las propagandas del PAMI, no les alcanza ni para remedios necesarios.

No pueden vivir buena vida los comerciantes con la inseguridad económica que cambia las reglas día a día. Tampoco con la violencia de los robos.

No pueden vivir buena vida los vecinos atemorizados por la seguridad en las calles y viviendas. Violencia y muerte.

No pueden vivir buena vida, los docentes con sus sueldos debajo de los precios de la canasta familiar y la inflación.

No pueden vivir buena vida los profesionales de la salud cuando no pueden cumplir su misión, por falta de insumos indispensables.

No pueden vivir buena vida los cientos de jóvenes que emigran porque el país no les ofrece posibilidades de trabajo en un clima de crisis casi terminal.

No pueden vivir buena vida los políticos que apasionados por el poder no les importa representar honestamente a los ciudadanos , tampoco los medios para lograrlo: relatos mentirosos, coimas, acuerdos, negociaciones, acumulación de dineros mal habidos, fraude, traición.

No pueden vivir una buena vida los gordos sindicalistas que medran a costa de los trabajadores que dicen representar, si por buena vida entienden acumulación de riquezas y enorme poder político. Muy lejos de cualquier conducta ética.

No pueden vivir una buena vida los dueños del espectáculo que venden su arte por grandes sumas de dinero a quienes con promesas se valen de ellos para generar adhesiones y propaganda política.

No pueden vivir una buena vida los empresarios que con su poder económico mueven el péndulo político según sus conveniencias. Tenemos ejemplos en los círculos rojos y más concretos Vila, Manzano y tantos otros.

No pueden vivir una buena vida los jueces encadenados a políticos corruptos. ,Necesitamos tanto la presencia de jueces honestos que nos den seguridad jurídica. La justicia lenta, no es justicia.

Resumiendo , nadie a conciencia , puede vivir los que entendemos por buena vida, es decir , educación, salud, trabajo digno, respeto por las normas de convivencia ; en un contexto como el que vivimos. Precariedad, miedo, pobreza, crisis económica y de valores, incertidumbre , promesas difíciles de cumplir, ansiedad , sospecha, simulación.

El ciudadano común que vive esa duda existencial de votar en el próximo balotaje. ¿Votará por quien acordó con sindicalistas, empresarios, políticos traicioneros, todos responsables de nuestros actuales escenarios de "mala vida"? O votará por una incógnita que les promete un CAMBIO, difícil pero posible.

Queremos elecciones limpias , sin fraudes, votemos con conocimiento y libertad. Están en juego nuestros próximos cuatro años.

Finalmente: "¿La democracia está en peligro? Me temo que tengo que responde que a largo plazo, sí. (Sartori, 2017). A causa de una ciudadanía que carece de interés, que están mal informados, y que ni siquiera van a votar.

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Juan Linz (1987) considera que la quiebra de las democracias se produce por las grandes desigualdades sociales, la concentración del poder económico, la dependencia de otros países, la movilidad de las masas, la corrupción, el debilitamiento de las instituciones, las arbitrarias fuerzas políticas que tienen el poder, la burocracia estatal. Sin embargo, el reconocimiento de que los graves problemas existen, no debe movernos a la complacencia y menos a la indiferencia.

Sepa la ciudadanía votar.

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