En 40 años, la política pasó de construir con el fratacho a revolear combazos

La democracia en evolución pone en riesgo su propia condición. Crecen los argumentos y grupos sectarios, que solo se valoran a sí mismos, pequeños y puntuales, en detrimento de las miradas que involucraban a mayorías.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

En el reinicio de la democracia, hace 40 años, la analogía de la constitución de un espacio político era con la albañilería. De tal modo, se hablaba de "construcciones políticas". Los dirigentes y militantes ponían, simbólicamente, un ladrillo sobre el otro para constituir un grupo que representara a colectivos de personas con coincidencias básicas en las ideas.

Pasó mucha agua bajo el puente en Argentina y en el mundo, cuya reconfiguración ideológica, de tensiones e intereses de los países inciden notablemente hacia el interior de los demás. 

Entonces, abreviando el análisis, podría definirse que hoy la palabra que identifica el accionar de los sectores políticos es un antónimo de aquella de los albores democráticos: demolición.

Cada dirigente anda con un combo en mano para derribar lo que otros levantaron. Y parece que los cimientos de muchas de esas "construcciones" eran débiles. Y caen. Sobre esos escombros, los nuevos referentes populares festejan a la intemperie y no prometen ni aseguran un techo, una cobertura o cobijo para sus seguidores. Es brutal. Es así.

Tras la caída del Muro de Berlín se terminó la opresión de los países bajo regímenes autoritarios, cuyos habitantes le hicieron saber al mundo del alivio de ser libres. A la vez, los que ya eran libres vieron cómo se exacerbaba la competencia dentro de su espacio capitalista y empezaron a desconfiar de él, de tal modo que las disconformidades han ido creciendo al ritmo del descrédito en el liderazgo político, su efectividad y posibilidades reales de mejorar las formas de vida de la gente.

Se atomizó todo. El autoritarismo resurgió con la instauración de tribus que reivindican desde cosas que necesitaban ser reivindicadas hasta pequeñas cositas. El mundo político se divide no en partidos fuertes, sino en grupitos con reclamos muy puntuales. Lo colectivo se volvió selectivo y además, se generó una imposibilidad de asociación de unas demandas con las otras, ya que chocan, pujan por protagonismo, se vuelven rápidamente antagónicas y sobrevaloran el bienestar de sector por sobre la posibilidad de que haya un factor común a las mayorías. 

De hecho, no hay mayorías, sino muchísimas minorías en discusión y competencia.

Y así se llega al momento en que las circunstancias en que, para analizar qué pasa con las fuerzas que este año tendrán que ofrecerle al país un posible conductor o conductora, muestran beligerancia interna, contradicciones y escasas posibilidades de que uno acepte -aun dentro de una misma agrupación- totalmente al otro.

Se le podrá llamar "grieta", ya que el término a está instalado. Pero es más que eso y la situación es global. Hay que mirar a los costados: en Chile, Gabriel Boric llegó al poder con un montón de sectores tras de sí en la misma bolsa, pero cuando la abrió al sumir, cada uno quiso imponerse sobre el otro y rápidamente perdió popularidad, lo que roza la calificación de "legitimidad". Perú es el caso extremo; Bolivia, en donde la supuesta mayoría de izquierda explotó en sectores diferentes que tratan de unificarse encontrando algún enemigo en común. Brasil, en donde se llegó a considerar a la Constitución como una jactancia de los intelectuales, no respetable y por lo tanto, en la división total, se vio al caos y la anarquía como salida, en forma insólita.

La democracia está evolucionando, y en esa tarea y con estos contextos, el gran riesgo es que deje de ser tal y que pase a ser tan solo una calificación de adorno, como sucede en tantas naciones que se jactan de llamarse "república democrática de..." y lo que hay como régimen político es el control total de las cosas, de las vidas, la ausencia de libertad y de desarrollo de talentos personales.

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