¿Fontevecchia presidente? (Del Club del Helicóptero)

El raro artículo de Jorge Fontevecchia en su diario despertó numerosas discusiones en las redes sociales y al final, consiguió repercutir. No fundamenta su impulso a que haya una sucesión intempestiva de Javier Milei por Miguel Pichetto, y por eso llama la atención en torno a qué quiere decir, realmente, cuando da ideas en torno a un golpe de Estado.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Puede que Jorge Fontevecchia, creador de medios, esta vez esté buscando rating. Si es así, consiguió al menos bastante atención. Fue con su columna en Perfil, diario de su propiedad, titulada: "¿Pichetto presidente?". Allí hizo uso de su capacidad dialéctica para llegar sobre el final a decir lo que quería instalar, la posibilidad de que luego de una serie de eventos tormentosos similares a los del año 2001, el Congreso termine eligiendo como primer mandatario, en reemplazo de un Javier Milei en desgracia, al senador rionegrino Miguel Ángel Pichetto.

Puede que lo de Fontevecchia sea un análisis al que realmente adhiere, a pesar de lo retorcido de su trama. Pero el argumento latente es el de una presunta necesidad de reemplazar a un presidente que no le gusta y, con eso, su artículo se torna uno más en la serie histórica del periodismo argentino que impulsó los golpes de Estado, como le pasara, por ejemplo, a Arturo Humberto Illia, ridiculizado por los medios hasta ser destituido.

Está claro que Milei no tiene nada que ver con Illia, pero sí su condición de presidente electo democráticamente. 

El autor de cualquier columna de análisis o de opinión puede decir, por cierto, lo que le plazca en una Argentina libre, y eso hay que defenderlo. Pero también se puede argumentar en sentido contrario a un planteo que convoca a conscripción de nuevos socios al "Club del Helicóptero", figura que sirve para señalar a aquellas personas -cualquiera sea su rango o rol en la sociedad- que son intolerantes con las decisiones que se dan en las urnas y que aceptan sin mayores discusiones la posibilidad de que un gobierno que llegó por el voto popular pueda ser cambiado "en el escritorio" por un grupito con incidencia pública, por ejemplo.

Fontevecchia consiguió repercusión, y estas líneas son una demostración de su primer escalón de éxito, que podría culminar con que su título pierda los signos de interrogación en algún momento. 

No parece haber querido articular un análisis en torno a los casi 100 días de gestión del nuevo gobierno, porque no se puede leer en su columna de estridente título y conclusión, una refutación a las medidas tomadas por el Presidente, cosa que bien podría haber hecho ya que las hay, son muchas y, además, tan polémicas como para encender pasiones.

La primera medida presidencial fue quitarles precisamente a los medios de comunicación un chorro de divisas en concepto de publicidad que se distribuía en forma arbitraria y discrecional, bajo sospecha de haber sido una medida disciplinante, capaz de cambiar portadas y de generar títulos en favor de los gobiernos.

Pero tuvo muchas otras acciones de incidencia negativa en la población, ya no en las empresas, que podrían ser parte del caracú del artículo que insinúa si no es que propone elegir a Pichetto, por descarte de los que involucra la Ley de Acefalía para la sucesión de un presidente renunciante (o en similares circunstancias). por ejemplo, que el superávit tan celebrado de enero fue gracias a los ingresos de los jubilados, o que el salario promedio de los trabajadores en blanco ya está debajo de la línea de pobreza.

No hay en el artículo de un Fontevecchia fundamentos suficientes para comprender por qué quiere que el señor Pichetto -respetable desde el vamos, pero que no tiene nada que hacer en un título como el que convoca a estas palabras- como presidente de facto de los argentinos, sin concurso de las urnas para arribar a ese lugar.

Los atajos, en muchos órdenes de la vida, suelen conducir a trampas de las que resulta luego difícil salir. Por ello, es recomendable que los enojos, reclamos o mensajes particulares se den en ámbitos privados, y no como convocatorias abiertas para reclutar adeptos entre los disconformes del momento, invocando al caos como solución.

Ya lo hemos vivido. Habrá que tener más paciencia y ser más claro con lo que se quiere decir cuando hay latentes posibles segundas intenciones en un mensaje tan contundente.

Bonus: el debate sobre el texto de Fontevecchia en X/Twitter

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