¿Un/a mendocino/a puede ser Presidente?

El análisis de Daniel López en torno a potenciales candidaturas presidenciales y qué ideas hay detrás de los protagonistas.

Daniel López

Para buscar una respuesta al postulado, vamos a adentrarnos en la aguda discusión que, a fines del siglo XVIII, sostuvieron los politólogos Thomas Paine y Edmund Burke sobre izquierda y derecha o socialismo - liberalismo-Conservadurismo. Este marco teórico nos convoca a transpolar cierta analogía al escenario político actual. Buscar ciertas semejanzas nos permite interpelarnos para conocer la dinámica política establecida y sus consecuencias en la proyección nacional de un candidato originario de la provincia de Mendoza.

Edmund Burke Inglés, de ideología liberal - conservador fue un férreo defensor de la tradición y la sabiduría histórica. Mientras que Thomas Paine revolucionario liberal o liberalismo progresista, no ve sino injusticias por erradicar. Para él, el pasado no existe y no merece demasiado análisis.

Burke concibe los cambios de modo gradual. Las reformas son indispensables solo para conservar la tradición. En tanto, Paine, critica estos postulados por considerarlos inconsistentes y se fundan solamente, para atesorar y preservar el orden establecido y los innumerables privilegios aparejados al conservadurismo; y en mismo orden, agrega... si las instituciones reflejan injusticia, desigualdad e inequidad entre los hombres, no tienen razón de ser y deben ser abolidas inmediatamente.

Para Burke, el principio político básicos es "el legado de nuestros abuelos" somos animales sociales inmersos en una cultura que debemos mejorar "gradualmente" y traspasar a futuras generaciones un mundo mejor. Mientras que Paine encarna a la perfección aquella disposición política y moral llamada impaciencia. En misma línea, afirma, liberarnos de todo aquello que no podamos justificar racionalmente; sin gradualismo alguno.

Burke está más del lado de una serie de instituciones, que él considera imprescindible para el correcto desenvolvimiento de la sociedad que de los derechos individuales a los cuales considera construcciones artificiales de orgullosos, ociosos e interesados intelectuales. Las categorías políticas, culturales como el prejuicio, la herencia, la tradición y la jerarquía representan un papel social fundamental.

Para Paine, a mayor civilización, menos gobierno. Por ello sostiene que son más importantes los hombres que las instituciones históricas y que precisamente en eso consiste la revolución en destruir todas aquellas construcciones históricas que han ido en contra de la humanidad y sus derechos. Para él el mejor gobierno es el que brinda solamente seguridad y libertad.

A su vez, estas antinomias, en su interior, ambos grupos conviven con contradicciones; la izquierda ya no es revolucionaria cuando accede a posiciones de poder y la derecha tampoco es tan conservadora en sus actuales postulados. . En esencia, la izquierda ideológica movilizante dejó de serlo y a contrapartida lo disruptivo y revolucionario se presenta en formato ideológico de centro hacía la derecha.

Una y otra escuela doctrinaria nos permite comprender y entender el presente. Estas corrientes emergieron a consecuencia de tres grandes revoluciones -la Revolución Industrial, la Revolución Americana y la Revolución Francesa- y los efectos suscitados en las diferentes sociedades trajo aparejados cambios económicos, sociales y culturales, lo cual decantó en la ruptura de vetustas estructuras propias de los regímenes institucionales establecidos y el nacimiento de otras.

Estamos inmerso en un proceso revolucionario digital, tan o más relevante de lo que fue la propia revolución industrial. Esta situación amerita que la clase política aggiorne su narrativa en línea con lo expresado por Peint; las actuales instituciones deben ser modificadas y/o suprimidas en sintonía a las demandas ciudadanas... acaso hay algún argentino conforme con el funcionamiento del Poder Judicial, ANSES o haciendo una mirada mendoexit; a caso, la comunidad educativa mendocina no declama la eliminación/modificación de la DGE. Tenemos ciudadanos digitalizados en siglo XXI e instituciones creadas para siglo XX. Hay una necesidad de cambio, pero de cambios en la estructura institucional.

Este marco y el contexto sociocultural argentino declaman acciones disruptivas, impropias para nuestra génesis mendocina. Ahora; estos reclamos son nuevos? No, claro que no lo son, sino, hagamos un escueto repaso histórico de presidentes de origen provincianos:

Raúl Alfonsín oriundo del interior de la provincia de Buenos Aires fue un revolucionario demócrata... La democracia como eje central para lograr los grandes objetivos nacionales... con la Democracia, se come, se educa, se cura. Para la época luego de vivir décadas de represión, tortura, desaparición, muerte, exilio de miles de argentinos, su planteo fue totalmente revolucionario y disruptivo. Mientras su adversario Ítalo Lúder conformaba un esquema político conservador.

El riojano Carlos Menem en su primer mandato alzó las banderas de "revolución productiva" y "salariazo" como eje central de su campaña electoral, a lo que siguió la convertibilidad, privatizaciones y reforma del Estado. Fue completamente revolucionario en la época a contrapartida al conservadurismo expresado por Cafiero en la interna partidaria y el radical Eduardo Angeloz en la elección general. En tanto, en su reelección compitió con un candidato a presidente, oriundo de la provincia de Mendoza, el conservador José Octavio Bordón.

El santacruceño Néstor Kirchner fue un revolucionario, con ejes en soberanía económica, modificación de la mayoría automática en la Corte Suprema, sanción por delitos de lesa humanidad a militares represores y la construcción de la hermandad latinoamericana. En tanto, su esposa Cristina Kirchner fue enormemente disruptiva en la ampliación de derechos sociales y agenda de equidad e igualdad de género.

Como vengo sosteniendo, según mi verdad relativa, la teoría de Peint se ajusta a nuestro país. O a caso todo el arco político argentino, incluso el propio, no le critican al actual presidente Alberto Fernández su estilo de gobierno conservador.

Los mendocinos elegimos y proyectamos dirigentes filo conservador en sintonía con la escuela de Burke, pero los argentinos votamos dirigentes disruptivos revolucionarios a semejanza a la corriente del pensamiento de Peint que perturbe y desequilibre el status quo imperante.

Si Mendoza desea tener un presidente comprovinciano, tal vez, él o ella deberán proponer reformas, y transformaciones revolucionarias desarrollistas, en sintonía al pensamiento de Peint; de lo contrario, tendremos un largo camino para intentar proyectar nacionalmente nuestra impronta montañés y transformar el país al pensamiento y semejanza con las ideas del conservador Burke. En su momento, el santafesino-mendocino José Octavio Bordón lo intentó y no alcanzó.

El año electoral 2023 se avecina y la baja performance desplegada por los gobiernos centralista de Mauricio Macri y Alberto Fernández, puede sedimentar el camino e irrumpa un candidato a presidente del interior del país con impronta federal y conceptualmente disruptivo que seduzca y encienda una llama de esperanzas al electorado argentino; o tal vez, es un buen momento para imaginar y diseñar un gobierno provincial transformador, provocador, innovador y desarrollador que ponga en consideración nacional una plataforma política moderna en el año 2027. Crear mística y narrativa federal, germinada y nacida en el interior del país para edificar la Argentina próspera, equitativa y pujante.

 La República Argentina merece y necesita un presidente mendocino. ¡La provincia de Mendoza también!

EL AUTOR. Daniel López. Exconcejal de Las Heras. Licenciado Especialista en Administración y Políticas Públicas (UNCUYO).

Esta nota habla de:
¿Hay que prohibir el uso de celulares en las aulas?