Los argentinos y el odio

Dijo Joaquín V. González: "La propaganda victoriosa, la actitud más aplaudida y más feliz, son las más inspiradas en el odio y en la ferocidad; las diferencias, las divergencias y las antipatías, se desatan en la lluvia de fuego de la afrenta, la calumnia, la injuria más extrema". Lo cuenta en esta nota la historiadora Luciana Sabina.

Luciana Sabina

Joaquín V. González fue un político e intelectual que destacó a partir de fines del siglo XIX y falleció en 1923, desempeñándose entonces como senador. A lo largo de su vida atesoró conocimientos y observó como pocos el comportamiento humano. Se hallaba preocupado por una característica latente en nuestra nacionalidad: el odio.

"En mi larga vida pública de soldado y conductor de partidos -señaló González- , de funcionario, gobernante y legislador, he podido ver muchas cosas, auscultar muchos corazones, profundizar muchas conciencias, leer en muchos espíritus, y puedo afirmar que nuestro pueblo se halla trabajado por gravísimos males (...) la persistencia, en alarmante desarrollo, de los odios ancestrales y de los odios domésticos, creados en las luchas civiles de la anarquía, de la dictadura y de las primeras décadas orgánicas".

Esto constituía "un hecho que ningún eufemismo social ni convencional puede ocultar por más tiempo: los partidos políticos y los hombres aisladamente, en sus luchas políticas, no combaten sólo por la salud de la patria, sino por el aniquilamiento y exterminio del adversario". Así, "la propaganda victoriosa, la actitud más aplaudida y más feliz, son las más inspiradas en el odio y en la ferocidad; las diferencias, las divergencias y las antipatías, se desatan en la lluvia de fuego de la afrenta, la calumnia, la injuria más extrema".

Joaquín V. González.


Y sucedía que "en las obras o empresas individuales, en la que habría derecho a esperar una cooperación benévola, es proverbial la oposición, la resistencia, la contradicción apriorística y prevenida que va contra el autor y no contra la obra; o va a la anulación y no a la mejora de la tentativa, por el aporte de una crítica constructiva y prolífica".

Estas palabras fueron expresadas en 1918, como parte del discurso con el que abandonó la presidencia de la Universidad Nacional de La Plata.
Al abordar el tema del odio y su impronta en la sociedad argentina, es interesante confrontar las ideas de Joaquín V. González con las del filósofo contemporáneo Elías Canetti, quien abordó la dinámica del poder y las masas, y cómo estos elementos pueden alimentar el odio. En su obra "Masa y Poder", Canetti explora cómo las estructuras de poder pueden avivar las llamas del odio, manipulando a las masas y exacerbando las diferencias y conflictos existentes.

Mientras que Joaquín V. se centró en observar cómo el odio se manifestaba en el ámbito político y social de Argentina, Canetti se sumerge en la psicología colectiva del odio, mostrando cómo se puede manipular a las personas para que sientan animosidad hacia otros. Canetti describe una masa unida por su odio común hacia un enemigo externo o interno, y cómo el poder puede alimentar y dirigir ese odio para sus propios fines.

Esta mirada más amplia del odio proporcionada por Canetti puede ayudar a contextualizar las observaciones específicas de González sobre la Argentina.

Si bien ambos pensadores provienen de contextos y épocas diferentes, sus reflexiones sobre el odio resuenan mutuamente, proporcionando una visión multidimensional que puede ayudar a entender y abordar este problema persistente en la sociedad argentina. Ambos autores, a pesar de sus diferencias, coinciden en la importancia de reconocer y enfrentar el odio para poder construir una sociedad más justa y armónica, esa sociedad que los argentinos nunca hemos podido edificar. 

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