Discursos de odio y pandemia

¿Quiénes son los "Médicos por la Verdad" y los "Epidemiólogos Argentinos", grupos que difunden desinformaciones sobre el coronavirus? Lo cuenta Eduardo Da Viá en esta columna.

Eduardo Da Viá

El discurso de odio es la acción comunicativa que tiene como objetivo promover y alimentar un dogma, cargado de connotaciones discriminatorias, que atenta contra la dignidad de un grupo de individuos.

Dicho discurso es propagado con intención maligna para incitar al interlocutor, o lector, al convencimiento de que el accionar de determinadas personas o grupos de ellas, están destinas a perjudicarlo y que siendo ellos los poseedores de la verdad, llevan al ciudadano común a quedar inmerso en el desconcierto, por cuanto no tiene la información fidedigna ni la formación para discernir.

Por lo general detrás de estas actitudes existen intereses creados en beneficio de los propaladores de la supuesta verdad.

El Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) nace de una iniciativa conjunta del Grupo de Estudios Críticos sobre Ideologías y Democracia (GECID) y la dirección Lectura Mundi Universidad de San Martín). Su objetivo es producir, a partir de un conjunto de técnicas de investigación cuantitativa y cualitativa, información objetiva sobre las múltiples modalidades de expresiones autoritarias que erosionan las formas de vida y las instituciones de la democracia.

"Para comprender qué está sucediendo y qué puede suceder con los discursos de odio tenemos que contar con instrumentos adecuados que permitan medir su fuerza, su distribución en la ciudadanía y sus posibles causas. Es necesario contar con información objetiva que nos permita conocernos a través de un espejo en el que no siempre nos gusta mirarnos", explica Micaela Cuesta, doctora en Ciencias Sociales e integrante del Leda.

Como ejemplo veamos el accionar de los "Médicos por la Verdad" y los "Epidemiólogos Argentinos", grupos que difunden desinformaciones sobre el coronavirus.

¿Quiénes son los "Médicos por la Verdad" y los "Epidemiólogos Argentinos", grupos que difunden desinformaciones sobre el coronavirus?

Tanto los "Médicos por la Verdad" como los "Epidemiólogos Argentinos Meta disciplinarios" son dos grupos que se volvieron conocidos durante la pandemia a través de publicaciones virales en redes sociales.

Pero, ¿quiénes son realmente estos grupos negacionistas que apoyan estos argumentos y sostienen una misma línea discursiva? ¿Dónde surgieron y cuáles son sus argumentos?

"Médicos por la Verdad"

En su página web, se describen como un grupo de "médicos y profesionales que investigan la verdad sobre los acontecimientos que desencadenaron la denominada pandemia global del SARS-CoV-2, y sobre las extremas medidas sanitarias ejecutadas por gobiernos sin fundamento científico", como "la cuarentena para personas sanas, las vacunas como única solución, autopsias prohibidas, mascarillas, enfermos asintomáticos, realización de testeos masivos que no sirven para diagnóstico y se utilizan para inflar cifras".

"Epidemiólogos Argentinos"

El nombre del grupo resonó por primera vez en julio, cuando apareció en varios medios (Infobae, La Nación y Perfil) una carta publicada por "Epidemiólogos Argentinos Meta disciplinarios" en la que se cuestionaba a los infectólogos que asesoran al gobierno nacional y a las medidas sanitarias establecidas en el país.

Al parecer, La bioquímica y doctora en inmunología Roxana Bruno fue una de sus firmantes y es una de las caras más visibles de la organización.

Sin embargo, su nombre se hizo conocido cuando le dio una entrevista al periodista Fernando Bravo en Radio Continental y mencionó varias desinformaciones que ya fueron verificadas.

Al contrario de lo dicho por Bruno, no hay evidencia que señale que la cuarentena no se justifique. Además, dijo que la mortalidad de la covid-19 es menor a la de la gripe, lo cual es falso.

Bruno agregó que las nebulizaciones con ibuprofenato de sodio tienen un éxito del 100% en casos graves de coronavirus, una afirmación por lo menos aventurada. También dijo falsedades sobre la supuesta infertilidad que causarían las vacunas contra el coronavirus.

Además, tanto "Médicos por la Verdad" como "Epidemiólogos Argentinos Meta Disciplinarios" sospechan constantemente de la información oficial, lo que hace que cualquier evidencia científica que no se acomode a sus teorías tiene que estar falseada y es objeto de sospecha.

Hasta aquí tanto unos como otros, hacen uso de su derecho a discrepar y a expresarse, sin que el estar en desacuerdo con las medidas de gobierno constituya algún tipo de delito.

Pero voy a hacer hincapié en la actitud del Dr. Luis Cámera, asesor presidencial en materia de pandemia.

Se supone que los asesores presidenciales, son personas que reúnen una serie de condiciones, entre las que se destacan:

Reconocimiento de su autoridad e incluso de su amistad con el Presidente.

Idoneidad reconocida por su pares y por las Sociedades Científicas atinentes a la asesoría de que se trate.

Prudencia, dado que su misión es ofrecer su parecer sobre un tema dado, pero aceptando la posibilidad de estar equivocado, por la mera razón de ser imperfecto como humano que es.

Discreción en sus aportes, sin confundir con complicidad, cuando su opinión difiere de la oficial.

No hacer público su parecer a menos que le sea solicitado por el propio Presidente.

No tener actitudes mediáticas tales como aparecer en Noticieros de TV, o en entrevistas radiales o periodísticas, con la imagen incluso de su rostro perfectamente expuesto.

Tener la honestidad y la valentía de declinar su posición de Consejero cuando las diferencias son insalvables, y hacerlo silenciosamente, saliendo de la Casa Rosada por la puerta de atrás, sin exposición premeditada a los medios convenientemente alertados con antelación, a efectos de impactar en la sociedad ante la cual se presenta como víctima de la incomprensión de su sabiduría.

Todo esto, como dijera más arriba, sin tener en cuenta la desazón que cunde en la población que no sabe a ciencia cierta cuál es la verdad.

Pues bien, el Dr Luis Cámera se ha permitido criticar públicamente muchas de las medidas oficiales acerca del manejo de la pandemia, cuando su misión es solamente aportar ideas a los responsables últimos, en reuniones ad hoc de pequeños grupos de los implicados en la toma de decisiones.

Por otra parte y en lo que a mí respecta, no he tenido la suerte de encontrar probanzas de su sapiencia en virología, inmunología o epidemiología.

No obstante ello se expresa con la certeza que solo suele conferir la ignorancia.

La campaña está en marcha, con muchos errores pero también con aciertos y seguramente se han de necesitar más opiniones autorizadas que resulten útiles para quienes, estimo con la mejor buena voluntad y con una capacidad de trabajo envidiable, han decidido aceptar la tremenda responsabilidad de comandar la gesta.

Criticar airadamente el accionar de los otros en plena batalla, pero sin participar activamente es lisa y llanamente cobardía.

Conste que soy médico, no político; tampoco soy anti, todo lo contrario, soy pro conocimiento y sacrificio para ayudar a los únicos destinatarios de tan tremenda empresa: los ciudadanos.

Insto a pensar dos veces antes de hablar y preguntarse si lo que piensan exponer ha de resultar útil, de los contario, cierren humildemente la boca y llámense a retiro o súmense a las huestes que se desangran en el campo de batalla.

Tengo 80 años y 60 de práctica médica, de ellos 14 pro bono y si tuviera mejor vista y oído estaría vacunando, o colaborando con el personal de salud, y que los méritos se los lleven la Dras. Nadal y Vizzotti con sus respectivos equipos, que bien merecido lo tienen.

Como sabrán ambas ministras pertenecen a diferentes ideología políticas y, consecuente con lo ut supra expresado, las apoyo por igual.

También invito a los directivos de los medios, en especial TV, a evitar invitaciones de personas cuyas expresiones pueden hacer más daño que beneficio, o bien que lo hagan pero conocedores a priori de la postura del disertante, para vislumbrar la posibilidad de que el supuesto aporte sea en realidad un discurso de odio.

No olvidarse de la actitud de los legisladores peronistas de Mendoza, cuando recibieron a la Ministra Nadal y ni siquiera la dejaron hablar. Esa actitud, además de ser una falta de respeto, tuvo seguramente la clara intención de desautorizar a la profesional y por carácter transitivo al Gobernador que la designó y en la que cree a pies juntillas.

Tampoco escapa al avisado de que esos legisladores temen por el resultado de las próximas elecciones y la única manera de lograr un triunfo es hacer todo lo posible para que el actual gobierno fracase.

Por cierto, a ninguno de ellos les importa un bledo sus propios comprovincianos.

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