Un relato del pasado provincial

Escribe Matías Edgardo Pascualotto. Abogado. Master en Historia de las Ideas Políticas Argentinas.

Matías Pascualotto

En el año de 1754, en el actual territorio del área metropolitana de Mendoza, en el espacio que conforma el límite entre los departamentos de Godoy Cruz y Ciudad, tuvo lugar un conflicto vecinal. El mismo dará lugar a un expediente judicial caratulado con los nombres de los protagonistas: "Ángelo Francisco Mayorga y Fernando Jurado contra María Miranda".

El cierre de una calle por una de las partes debido a los robos en su molino ubicado en un canal de riego será la causa. Entre las consecuencias documentales tenemos la aparición, en aras de la solución del problema, de un importante plano de nuestra ciudad.

Pero no descartamos otras, más sutiles por imperceptibles, reservadas a la mera vivencia espiritual de sus protagonistas, y disipadas en el tiempo, como la que desarrollaremos a continuación. 

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La niña María

El canasto pesaba horrores en los flacos brazos de la niña María, la totora mojada del tiento más las pesadas prendas que contenía, le imprimían un dolor agudo al hombro de la niña, que sólo encontraba instantáneo reposo en el cambio de mano del equipaje y en el acompasado bailoteo que le imprimía al mismo en afán de ganar algo de envión en la carrera hasta la acequia.

Iba apurada, el encargo del lavado de esas prendas venía directamente del ama de la casa, "Ña Miranda", como la llamaba con respetuosa y apagada voz la cocinera del caserío patronal, la india vieja y bonachona que a hurtadillas del capataz le obsequiaba esas hogazas de pan caliente cocinadas con la harina sacada de la piedra del molino.

La ansiedad la envolvía. Y es que el problema se había agudizado, la calle lateral a las casas, azotada por los saqueos protegidos por la luna, habían puesto muy tensas las cosas entre la señora y sus vecinos. Se comentaba que la cuestión había llegado al otro lado de la cordillera nevada y el lío era importante.

A los gritos, los varones de la casa habían disputado el corte de la calle de la desgracia, con los hombres de la casa vecina, y a los gritos se habían cruzado palabras y exhibido hierros por el daño a la callejuela.

Y la pequeña María, cuyo nombre se le adjudicó al ser traída a trabajar, desde sus añoradas lagunas y arenas, al páramo de frutales y casas blancas, sintió como su pecho se agitaba, ante el temor de cruzarse con los patoteros, mientras vislumbraba, al doblar la callejuela entre los naranjales, el agua clara y helada, que chasqueaba al encuentro de las grises piedras de su senda vibrante y danzarina.

*El suceso histórico que se encuentra en este relato es parte del libro "Las políticas hídricas y el proceso constitucional de Mendoza", de Matías Pascualotto. Editorial de Filosofía y Letras. 2016. 


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