Suarez y Fernández, dos que no se pueden pelear y que buscan identidad propia, cada uno en su lugar

Suarez intenta un acercamiento digno con el gobierno nacional que también necesita de un poco de paz. Ninguno la ha tenido. Ambos intentan "hacer pie", tanto en lo vinculado a la gestión como en lo político. Las miradas analíticas sobre el momento.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

No tendría sentido que Rodolfo Suarez, hoy, se diferencie de Alberto Fernández. Y viceversa. Podrán repetirse los chisporroteos por los costados, pero no hay razón para que se transforme en fuego en un momento que es difícil para ambos. Arrancan la gestión en contextos adversos por razones diferentes e inician la construcción de su propia identidad, por separado. Pero estando juntos pueden evitar un daño mayor que complique aun más esta ausencia de luna de miel que les ha tocado al iniciar sus mandatos.

Distintos cercanos; ni amigos ni enemigos

Ya Suarez dio un gesto claro cuando pidió a los legisladores de su sector dar quórum en el Congreso para la asunción de los diputados aquel día de tratamiento de las leyes de Emergencia, junto a los otros dos gobernadores radicales. Pero, a diferencia del jujeño Gerardo Morales, no busco entregarse a los brazos de la Casa Rosada, defendiendo su posición de "distinto cercano, pero no propio".

Hoy se reunió con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y compartieron mate. La mirada atenta y supervisora del señor de los números, Lisandro Nieri marcó la distancia necesaria, con la apertura suficiente. Para el resto, fue un momento "cordial", sin necesidad de apelar a términos edulcorados como "afecto" o "amistad": política y se trata de dialogar tensando por la conveniencia de la gestión de unos y otros, en este momento. Después se verá. Sobre todo, el año que viene, cuando haya elecciones de medio término para elegir parlamentarios y ya resulte tarde para afianzarse, buscar solucionar problemas o tender puentes, obnubilados, como siempre, por ganar ganar ganar.

A los bifes

Más allá del comunicado oficial sobre la reunión, desde el peronismo y el radicalismo se valoró el encuentro entre Suarez y Cafiero. El gobernador mendocino busca readecuar los vencimientos y las amortizaciones que vienen durante este ejercicio.

Además, el ministro de Hacienda, que ya conoció el sabor del embate de los gremios como titular de Gobierno de Alfredo Cornejo, se anticipó a un reclamo que en forma subterránea levanta la militancia del peronismo: que aquí también se pague el bono a los empleados estatales de 4 mil pesos en dos cuotas a aquellos que cobran menos de 60 mil. Sacó a la superficie el tema y trató de exorcizar los fantasmas señalando en un comunicado que "el Gobierno mendocino en base a lo planteado desde la Nación, está analizando si puede aplicar o no el bono que recibirán los estatales del resto del país".

Hacer pie: la única consigna

Suarez está necesitando de más comprensión y apoyo de quienes lo rodean. Algunos observadores internos señalaron que en el radicalismo se acostumbraron a que el Gobernador diga que hacer y acatar. Pero en el esquema dialoguista de Suarez, lo que él necesita y espera, es que los secretarios le lleven dos o tres alternativas ante cada problema y ejercer su rol decisor con herramientas sólidas y concretas. Si no hace pie, es porque no tuvo tiempo, todavía, de construir su imagen.

Mirada externa

Un exgobernador sin relación con Suarez, pero que lo aprecia en silencio, en diálogo con Memo, observó sobre el momento de Mendoza que "no es muy distinto al nacional: crisis, falta de plata, problemas, emergentes insospechados por el descontrol de las redes". Y agregó que a Fernández "le pasa lo mismo, pero con el agravante de que tiene a su lado a Cristina Kirchner, imbatible si se enoja o empecina por algo".

Volviendo a Suarez, observó que "no tuvo un tiempo prudencial tras ganar como para diseñar una estrategia y sólo ha tenido oportunidad de realizar movimientos tácticos, pero inclusive condicionado por su condición de dialogar con todos". En este punto, puede ser que todavía no se comprenda cabalmente la implicancia del término "diálogo", y que representa ida y vuelta y compromisos asumidos en conjunto, y no una palmada en la espalda, y poco más.

Allí empieza a verse que en el escenario falta un juego central del equipo que lo acompaña. "Ya se verá", son optimistas a su alrededor, en donde no saben si enojarse con las críticas o ignorarlas, pero deberían darse cuenta que más temprano que tarde se les vendrá encima la lucha por las legislativas del año que viene y una vez más podrán verse frustrados en su ilusión ejecutiva si no despliegan todo el poder justo ahora.

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