¿Cuánta tolerancia a los "Chocolates" de la vida tiene la política mendocina?

Las elecciones podrían ser -si los votantes lo deciden- momentos cruciales para darles mensajes a la política, como por ejemplo, que ya no se apalanque más de recursos públicos de manera perniciosa. el Caso de "Chocolate", que lo mancha todo.

Para descubrir, juzgar y condenar los hechos de corrupción tienen que conjugarse una serie de acciones en forma concatenada. Esto es la denuncia, la investigación y el juicio correspondiente, sin que se corte la cadena de acciones.

Lo que sucede es que la mayor parte de las veces, un eslabón de la cadena está engrasado de más, y hace que patine el resto. Son pocos los casos de corrupción que llegan a la condena y eso mismo provoca que la gente se "apichone" a la hora de denunciar.

Ahora que salió a la luz el caso del puntero peronista bonaerense "Chocolate", que se llama Julio Segundo Rigau, es importante aprovechar la fuerza del tema para terminar de limpiar todo el "chocolate" que pueda estar indigestando a la política. En defensa de la política, precisamente.

Cuarenta años después de recuperada la democracia, sería ridículo y suicida dejarla en manos de quienes la financian de esta manera, con un Estado que no tiene para hacer cosas fundamentales, pero sí para nombrar "palos blancos" cuyos sueldos van a la caja partidaria y ni hablar de los niveles de pobreza e indigencia que rodean al caso.

Un poco de historia de este caso: la Policía allanó la casa de "Chocolate" Rigau por orden del juez de Garantías Federico Atencio y a pedido de la fiscal Betina Lacki, en el marco de su imputación por presuntas "defraudaciones reiteradas". En esa vivienda de las afueras de La Plata, donde funciona una "Copa de Leche", aparecieron documentos, creados para terminar en algún mostrador administrativo de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires.

La facilidad que aparentemente tenía Rigau para acercar papeles con nombres y domicilios desde los barrios hasta el Palacio Legislativo no se agotaba en los 48 empleados fantasma con sueldos de medio millón de pesos que le permitían disponer de sus tarjetas y sus claves. El puntero y electricista de Diputados, hincha de Estudiantes de La Plata colocó en Diputados a buena parte de su familia, y lo hizo con más ventajas que el común de los mortales.

Para cualquier nombramiento en el Estado, la gente "sin palanca" choca en las ventanillas de la provincia con varias exigencias burocráticas: fotocopias de DNI, constancias de CUIT y libres deuda alimentarios. Pero también se investigan los antecedentes personales y se piden certificados de reincidencia.

No parece haber sido el caso de los familiares de Chocolate. Cristian Osvaldo Rigau, por ejemplo, fue condenado en una causa por "robo calificado, abuso de armas, violación de domicilio, tenencia de arma y munición de guerra". Y Maximiliano Gastón Rigau fue imputado por presuntas "lesiones graves" en una fiscalía especializada en violencia de género, aunque el juicio no se pudo hacer porque él no se presentó. Los dos consiguieron un nombramiento en la Cámara de Diputados.

En sus nombres se liquidan sueldos de medio millón de pesos. Sus tarjetas del Banco Provincia las tenía Julio "Chocolate" Rigau, el militante peronista que le negó dinero para comer a un hombre sin techo que habitaba el mismo cajero que él, la noche del 9 de septiembre. Y volverá a tenerlas en los próximos días, por decisión de los jueces Alejandro Villordo y Juan Benavidez, de la Sala III de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del Departamento Judicial La Plata. ¿Se acuerdan cuando hablábamos de eslabones demasiado engrasados? Pues aquí parecen estar.

Volviendo sobre Mendoza: ¿habrá alguien que quiera contar algo? ¿Hay empleados de la política a quienes les paga el Estado que deben compartir sus salarios? Ya ha sucedido en la Legislatura (lo que sucede es que la memoria es corta) y si no se escarmentó, podría volver a suceder si es que no está pasando.

La política tiene que dejar de manotear de las cajas del Estado y más aun, de creer que este tipo de maniobras son "normales".

Ya vimos lo que ha pasado en Las Heras con la generación de cooperativas truchas -entre otras figuras legales para cometer hechos que no serían tan apegados a la ley- y también se sospecha, aunque poco se denuncia, en torno a la tercerización de servicios a mayores costos de cosas que podrían hacerse con la planta del Estado ya existente, entre otros "maniobrones" para desviar recursos.

Una buena reingeniería es lo que le toca en el nuevo tiempo a la política, para que vuelva a ser lo que tiene que ser: la herramienta confiable para la gestión pública, y no un pasamanos de cargos para los más vivos, mañosos y rosqueros.

Para eso debe servir el voto: marcar cambios de época, hacia adelante.

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