Epidemia en Rivadavia, Mendoza, 1886: El amor en los tiempos de cólera

El historiador Gustavo Capone cuenta cómo afrontó Rivadavia (que incluía al actual Junín) en 1886 la epidemia de cólera, que causó solo en ese municipio 112 muertos sobre 3.800 habitantes.

"San Isidro, Rivadavia, 19 de diciembre de 1886

Señor Ministro de Gobierno de Mendoza

Habiéndose producidos hoy tres casos de cólera, y una defunción con carácter fulminante, hace reunir la Corporación Municipal, y no asistieron más que dos municipales, por estar los demás fuera del Departamento y enfermos" (Diario de Secciones de Corporación Municipal / 1886 - 1887. Firmado: Subdelegado (Intendente) Juan Martínez Anzorena - Secretario Municipal: Miguel Segundo Pérez".

Empezaba así un trágico flagelo que cubrirá la tierra rivadaviense, cobrándose 112 muertes sobre una población estimada y proyectada sobre el Censo Nacional de 1869 para San Isidro (posterior Rivadavia, por ese momento hasta 1884 perteneció al departamento de Junín) de 3.800 habitantes.

El cólera había llegado a Mendoza y empezaba su crudo derrotero por todo el territorio provincial. Solamente en diciembre de 1886, desde el 8 de diciembre (registro del primer caso mendocino), hasta el 31 del mismo mes se registraron en la provincia: 738 muertes por la epidemia.

Dicha "peste" será la consecuencia de la gran epidemia de cólera que azotó Buenos Aires durante fines de 1860 extendiéndose a otras regiones nacionales. "La epidemia india" (originada en poblados sobre el Ganges) llegó al puerto de Buenos Aires por barcos con extranjeros, trasladándose a Mendoza a través de pasajeros del ferrocarril recientemente inaugurado.

Esto ocasionará un altercado entre el gobernador provincial de Ortega y el gobierno nacional. El gobernador Ortega dispuso, aconsejado por el Consejo Provincial de Higiene, un aislamiento absoluto de la provincia ("el cierre de las fronteras") y la creación inmediata de un ‘lazareto' en Desaguadero para contener a los enfermos contagiados que ingresaran a la provincia. Dicha resolución fue rechazada por el ejecutivo nacional, que amenazó con enviar a la Gendarmería en caso que el cierre de frontera mendocina se hiciera efectivo, viéndose obligado el gobierno provincial a ceder en su medida con la triste consecuencia de la propagación de la enfermedad.

La coyuntura hizo que el gobierno mendocino promoviera el Consejo Provincial de Higiene precedido por el Dr. Berutti, constituyéndose en paralelo una comisión de vecinos para contribuir con las autoridades. Al frente de la organización ciudadana estará Luís Laggomagiore, y entre las primeras medidas que tomó, ante la carencia de agua potable, fue cortar la circulación por las acequias provinciales, pues será el agua el principal vehículo de contagio. Se exigirá desparramar cal viva en las acequias y consumir agua hervida que se distribuyó a domicilio.

En las puertas de las casas de enfermos se colocaron banderines rojos como señal de precaución, pues era la morada de algún infectado y se restringió al máximo la circulación de carruajes.

La epidemia se extendía y el gobierno de Rufino Ortega dispuso comisionar médicos a los departamentos con el fin de paliar la crisis en los pueblos mendocinos creando cuerpos sanitarios.

El Profesor Rayner Gusberti, en "Rivadavia, Antecedentes para una historia", extrae de las crónicas del historiador Juan Ramón Gutiérrez Gallardo, lo siguiente: "Se nombra en Rivadavia al médico Dr. Juan B. Vidal o Bidart con un sueldo de 100$ mensuales para atender la enfermedad. Mientras tanto, y en paralelo, se construye en Rivadavia un ‘lazareto', cerca del río Tunuyán y al costado este del matadero municipal. Hacia allí conducían en un carro tirado por mulas a los enfermos. En otro carro similar se llevaban los muertos que eran arrojados a una zanja y cubiertos con tierra y cal. Las tareas más riesgosas eran realizadas por seis gendarmes con que contaba la policía de la villa (Gabino Córdoba, José González, Manuel Barzola, Gregorio Gutiérrez y Félix Gutiérrez), más la labor del presbítero Olguín y el cura Lencioni. Solamente ellos conseguían convencer a los moradores de aislarse de los enfermos".

Según una estadística del Gobierno de la Provincia, en Rivadavia se registraron un número aproximado a mil casos de cólera, con la muerte de 112 personas, entre las que se encuentra el Presbítero Olguín contagiado también de la enfermedad.

La distribución geográfica de los enfermos en el departamento es la siguiente:

Los Campamentos: 109

La Libertad: 92

La Reducción: 28

Tres Acequias / Medrano: 22

Santa María: 25

Mundo Nuevo: 5

San Isidro: 519

Nuevas epidemias azotaran Rivadavia, destacándose lamentablemente, las de viruela en 1884 y las de difteria en 1891 y 1895. Para tal oportunidad se nombró al boticario Domingo D'Angelo al frente de la campaña de salud, quien como primera medida resuelve aconsejar la inmediata suspensión del ciclo lectivo escolar.

Era también, común para la época, la propagación de plagas desplegadas por los animales, entre las que se notaba principalmente, la hidrofobia contagiada por los canes.

Historias actuales de novelas reales

En su reconocida novela "El amor en tiempos de cólera" (1985). El fallecido autor colombiano Gabriel García Márquez, permanentemente hace fluctuar el concepto de amor, ansiedad y muerte. Vigente y real siempre es propicio recordar una de las memorables frases de la novela: "El amor se hace más grande y noble en la calamidad".

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