La pelea que viene: los ministerios le piden a Salud que flexibilice o replantee protocolos

La frase que gira en el gabinete es que "no todo se ve bajo un microscopio, hay que mirar alrededor". Y es un fuerte mensaje. Empieza una pulseada para aflojar protocolos o, directamente, instituir una nueva forma e acuerdos de autocuidado. Si no, 2021 será igual o peor que el horrible 2020 de la pandemia.

El gabinete de Mendoza está activo, pero intranquilo. Es que a la luz de los hartazgos habituales de fin de año, este 2020 vino con el plus de la pandemia de coronavirus covid-19.

Esperando poder afrontar el año que empezará en breve "de otra manera", han trascendido ya numerosos pedidos a la ministra de Salud, Ana María Nadal, para que "afloje" la rigidez de protocolos que algunos de sus pares ya creen que han sido superados por la realidad. Hay una especie de cansancio de la visión epidemiológica exclusiva del afrontamiento y las consecuencias de esta etapa crítica.

La visión sanitarista de la pandemia ya ha chocado en Mendoza con otras miradas, fundamentalmente desde lo económico, lo cultural, lo turístico y lo educativo, que languidecen frente a las prohibiciones y reclusiones, tanto como a los límites que ya suenan exagerados frente a la pandemia.

El otro choque registrado en el principio, pero superado, fue el juridicista: un exceso de interpretación de normas, artículos e incisos enredó a ministros y subsecretarios al punto de emitir resoluciones de flexibilización de actividades con las que tuvieron que dar marcha atrás de inmediato ante las alertas sobre la legalidad, aunque la matriz jurídica hayan sido Decretos de Necesidad y Urgencia hoy altamente cuestionados en su constitucionalidad.

Cultura y Turismo requieren protocolos específicos o todo lo contrario: libertad, para permitir actividad con autocuidado y que las actividades culturales, gastronómicas y turísticas inicien un camino bajo condiciones sensatas de control y no regidas por un sistema de prohibiciones que, a esta altura de la pandemia en Mendoza, parecen exageradas o extemporáneas.

Lo mismo ocurre, como ya se sabe, con la actividad económica y el deporte que, de todos modos, ha sido bastante liberada en esta provincia con respecto al resto del país.

Pero con la educación se entrará en choque si no hay un cambio rotundo: o se cambian los protocolos (y para ello debe haber un diálogo al respecto con la Nación desde las áreas de Salud, que llevan la jefatura del prohibicionismo) o se descartará la presencialidad. Es obvio que las escuelas deben iniciar las clases el año que viene con los niños y docentes en las aulas y que deben regir nuevos acuerdos de convivencia en pandemia.

No cerraron nunca los supermercados, por ser de extrema necesidad, pero sí lo hicieron los poderes del Estado como el Judicial y el Legislativo, hasta se familiarizaron con la virtualidad. Abrieron los casinos y lentamente lo hacen las escuelas, pero se ha comprobado que no se les puede prohibir a los niños jugar, por ejemplo.

Empiezan a notarse tensiones y presiones en este sentido y están dirigidos a la cartera sanitaria, que carga con las mismas responsabilidades de antes, y además con el coronavirus.

Así es que por delante viene una pulseada muy fuerte. La frase que gira en el gabinete es que "no todo se ve bajo un microscopio, hay que mirar alrededor". Y es un fuerte mensaje.

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¿Hay que prohibir el uso de celulares en las aulas?