Cómo evolucionó y cuál es la deuda que recibió Alberto Fernández

La deuda pública argentina asciende a U$S 337.267 millones, lo que representa un 80,7% del PBI. Cuál es la alternativa más conveniente para Alberto Fernández para salir del virtual default.

Después de cuatro años de gobierno, Mauricio Macri dejó una deuda bruta en la administración central de U$S 337.267 millones, lo que representa un 80,7% del Producto Bruto Interno (PBI), tras haber asumido en el Sillón de Rivadavia con un pasivo de U$S 240.665 millones, lo que implica un salto del 40% durante el gobierno anterior.

De acuerdo con los datos del Ministerio de Economía referidos a la evolución de la deuda bruta, 2016, primer año de la gestión Macri, cerró con una deuda de U$S 275.446 millones, un aumento del 14% anual. En 2017 se registró la mayor suba, del 17%, llegando a U$S 320.935 millones, mientras que en 2018 pasó a U$S 332.192 millones (3%) y en 2019 cerró en U$S 337.267 millones (1,5%).

Asimismo, mientras que en 2015 la deuda pública representaba el 52,6% del PBI, la gestión de Macri finalizó con una deuda que equivale a más del 80% del PBI. Esto no es necesariamente negativo; de hecho, grandes potencias, como Estados Unidos, tienen una deuda superior al 100% del PBI, aunque con una economía sana y sin antecedentes de default.

Otro dato a tener en cuenta es que durante la presidencia de Macri la deuda creció a un ritmo de 5,2% anual, mientras que el PBI tuvo una tendencia negativa de un ritmo de -1,4% anual. Por lo tanto, mientras que la deuda se incrementaba, los recursos genuinos para cancelar los vencimientos fueron descendiendo.

La evolución de la deuda argentina según porcentaje del PBI, comparada con otros países de América Latina. Actualmente, en Brasil, la deuda representa el 93,9% del PBI; en Argentina, el 80,8%; en Bolivia, el 59,7%; en México, el 54,6%; en Chile, el 29,2% y en Paraguay, el 22,6%.

En este escenario, sin crecimiento económico, el gobierno de Macri recurrió al Fondo Monetario Internacional para tener recursos para pagar los vencimientos de deuda. Hoy en día, el préstamo del FMI, que estuvo apenas por debajo de U$S 50.000 millones, representa el 14,8% del total de la deuda pública argentina.

UNa DEUDA IMPAGABLE

En relación al tipo de moneda, el 58,3% de la deuda argentina es en dólares y el 13,8%, en pesos. Además, el 8,1% es en pesos ajustables por CER; el 6,5%, en euros; el 1,3% en pesos-dólar linked y el 12% restante en otras divisas.

En cuanto al perfil de vencimientos, sin reestructuración de deuda a Alberto Fernández le será prácticamente imposible afrontar los compromisos que vencen durante los cuatro años de su gestión: en 2020 y 2021, lo más problemático es la deuda con el sector privado, mientras que en 2022 y 2023 habría que cancelar más de U$S 30.000 millones a organismos multilaterales; entre ellos, el FMI. Todo contemplando solamente el capital, sin tener en cuenta los intereses.

En este contexto, los vencimientos de la deuda son impagables y la Argentina está en virtual default. Asimismo, hasta que no se revierta este resultado, será imposible que haya inversiones directas en nuevas industrias o servicios ni que exista financiamiento para que las empresas amplíen su producción, innoven y sean mas competitivas a nivel internacional. 

En cuanto a los estados nacional y provinciales, el panorama actual también impide que tengan fondos de largo plazo para hacer las obras de infraestructura indispensables. 

Concretamente, sin arreglar el problema de la deuda pública no habrá inversiones ni crecimiento sostenido, algo sabido por Alberto Fernández y su equipo, quienes han enviado señales a los mercados financieros de que van a actuar bajo este criterio, lo que ha llevado -en general- a una revalorización leve de los bonos argentinos.

Cómo lograr un refinanciamiento

Para que los acreedores acepten -una vez más- refinanciar la deuda argentina, deben ver un horizonte donde el país tenga el superávit fiscal necesario para pagar la deuda refinanciada. Esto representa una gran dificultad, sobre todo para un gobierno "progresista", pero es inevitable. Por eso, se tuvo que ejecutar un impuestazo y el congelamiento de la movilidad jubilatoria, entre otras medidas. 

La negociación no será simple porque los tenedores de bonos, sobre todo con legislación extranjera, van a pretender minimizar sus pérdidas: no cobrar por dos años, financieramente es un fenomenal perjuicio para ellos, incluso aunque formalmente se respete el capital original y no haya quita (solo "reperfilamiento"). 

El FMI, por su lado, sabe que ha cometido un error histórico al embarcarse en el salvataje de Macri, pero por otra parte va a exigir metas fiscales y monetarias para hacer un nuevo acuerdo. Llegado el momento, la negociación con los privados será mas simple y menos onerosa para el país con el paraguas de un acuerdo de Argentina con el Fondo.

Por eso, lo mejor para Argentina parece ser una negociación los más rápida posible, salir del virtual default cuanto antes como condición necesaria -no suficiente- para tener un modelo de crecimiento, sea cual fuese el que Alberto Fernández defina para los próximos años. 

El nuevo presidente está administrando en las mismas condiciones que el dueño de una empresa en concurso de acreedores: tiene muy poca plata, nadie le presta y tiene que manejarse con la "caja diaria" e ir priorizando lo mejor que puede. Todo esto con el agravante de un país estancado hace una década y con un 35% de pobres.

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