Ganar prometiendo futuro, gobernar mirando al pasado

Con todo el pasado por delante, la pregunta es ¿Con un "Pacto de Mayo" podremos volver al futuro?

Hernán Bitar

En cada sector político de la Argentina, la nostalgia y las reminiscencias de un pasado que en apariencias supo ser mejor, encandila a dirigentes que dicen ser el cambio y la renovación, pero avanzan con el espejo retrovisor.

Más que nunca los principales actores políticos de la Argentina, parecen decididos a solucionar problemas crónicos tomando posturas antiguas. Quizás el caso más emblemático de esta semana con nombre y apellido sea Martín Lousteau, quien no conforme con haber sido el artífice de la famosa resolución 125 en los albores del kirchnerismo, ahora se mostró reacio a aprobar el mega DNU de Javier Milei, que buscar ponerle un pulmotor a la economía nacional.

Lousteau, Cobos y Cristina, en tiempos de la 125 

No sólo olvidó que con su idea del 2008, casi lleva al país a una guerra civil, sino que ahora parece conforme con asociar al partido que preside, nada más y nada menos que a la Unión Cívica Radical, a ser el furgón de cola de un kirchnerismo rancio, que fue claramente derrotado en la última elección nacional.

Lousteau, no parece haber comprendido que nunca ganó una elección. No sabe o no reconoce que no cuenta con el aval popular suficiente para ser elegido per sé para administrar algo. Perdió en 2019 con Larreta la elección de la Ciudad de Buenos Aires, luego de haber renunciado como Embajador en Estados Unidos, cargo que le dio en 2015 el entonces presidente Mauricio Macri.

Luego en 2021, llegó a ser senador nacional gracias al frente electoral Cambiemos. Espacio al que él mismo contribuyó para romper en 2023. No vaya a ser cosa, que con su tardío "radicalismo k", Lousteau, haga implosionar al partido de Leandro N. Alem. 

Muestra de esto, fue el reclamo de gobernadores y presidentes de bloque en el Congreso, con el comunicado titulado "Queremos un cambio en el país y una UCR Moderna".

Pero Lousteau no es el único atrapado en el pasado. También le pasa a los peronistas y a los kirchneristas. A los primeros, "peronistas de Perón" porque niegan su extinción y le siguen hablando a los jóvenes del General y de Evita, en tiempos de Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg.

Lo del kirchnerismo es aún más complejo: Están entrampados en el cinismo de negar los escándalos de corrupción de los antiguos mandatos de Néstor y CFK; en hablar en nombre de los jubilados pero no reconocer, que negaron la posibilidad y el debate de una nueva fórmula de cálculo de los haberes jubilatorios en 2017 a fuerza de toneladas de piedras en el Congreso y tampoco parecen muy predispuestos a reconocer que "la jefa", gana 14 millones de pesos por mes.

Sí, Cristina cobra la jubilación mínima de $134.445 pesos, pero tiene el privilegio de poder multiplicarla por 104 veces.

Amarillos libertarios

Lo del PRO a nivel nacional, también es un caso de profundo análisis. Sin superar las grietas de lo que fue la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, ahora "halcones" y "palomas" debaten si es conveniente o no sumarse al colectivo libertario de Javier Milei, denominado "La Libertad Avanza".

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De hecho, Bullrich ya se sumó al gobierno libertario como ministra de Seguridad de la Nación. Por su parte, Larreta perdió la interna de Juntos por el Cambio escandalosamente, se sumó con vergüenza a la campaña de Bullrich, luego de torpedear a su contrincante y ahora quiere emerger como un dialoguista de la política. Churchill de cartón.

Además, el exjefe de gobierno porteño ha explicado sus pretensiones de ser Presidente del PRO Nacional.

¿Y Mauricio Macri? Es el nombre del consenso entre "halcones" y "palomas", para presidir el partido y no hacerse cargo de la falta de renovación nacional. Total, es más fácil anclarse a una figura del pasado, que construir nuevos liderazgos.

La Libertad atrasa

Tampoco se pueden dejar de observar las constantes reminiscencias menemistas del gobierno de Javier Milei: Desde la idea de dolarizar, pasando por privatizar empresas estatales deficitarias; desregular actividades económicas y la última idea, que es la de liberar importaciones para bajar los precios locales. 

Todo parece sacado de los ´90, hasta el llanto de los empresarios e industriales, que muestran valentía en los micrófonos, pero tienen un miedo superlativo a competir. Es difícil y contradictorio reclamar libre mercado, pero también exigir cuál subsidio exista del Estado para garantizar rentabilidad. 

La administración de Javier Milei, por momentos da la sensación de ser un eterno homenaje a la década de los ´90, con sus pros y sus contras. 

¿Y Mendoza qué?

Aquí también se piensa para atrás. Todavía se reparten culpas entre radicales por la ley 7.722, por su avance con la ley 9.209 durante el Gobierno de Suarez que apenas estuvo vigente una semana.

Además, aunque la "clásica y moderna" gestión de Alfredo Cornejo visite prestigiosas ferias relacionadas a la actividad y busque avances en nuevas regulaciones y control, en el rubro minero las inversiones tienen un horizonte de 10 años cómo mínimo para explorar y concesiones a más de 20 años para explotar los recursos. Es decir y citando a Milei "no la ven" los actuales, no saben si la verán los futuros.

Mendoza sigue hablando románticamente de la vitivinicultura, como la actividad que más obra de mano genera, cuando los datos muestran que sigue en caída y que el rubro que más puestos de trabajo genera es el comercio.

Como si fuera poco, los intendentes están más preocupados en discutir cómo se coparticipan fondos y si corresponde hacerlo con los datos del censo 2022 o los del 2011, en vez de pensar cómo hacer más eficiente el gasto, simplificar trámites municipales o pensar ideas para atraer inversiones.

Con todo el pasado por delante, la pregunta es ¿Con un "Pacto de Mayo" podremos volver al futuro?

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