Una vacuna contra el mal liderazgo

Sergio Miranda desarrolla aquí herramientas prácticas para pensar en cómo afrontar situaciones que requieren temple y talento.

Sergio Miranda

La misión fundamental del liderazgo político de alta calidad es la de construir ciudadanos empoderados, es decir contribuir a generar personas con las capacidades suficientes como para ejercer adecuadamente su rol en el esquema de la convivencia en sociedad dentro de un estado.

Los ciudadanos son eje central de la calidad de la convivencia ya que son los ejercen la presión de abajo hacia arriba para permitir la mejora continua de la cosa común. Es tan trascendente su rol en la mejora y evolución cualitativa, que es imprescindible que el liderazgo político centre su accionar en sacarlos de su rol pasivo, ya que en ese espacio quedan en la posición de víctimas y en ese caso son ajenos demandantes del sistema y no parte de él. El/la líder tienen que acompañar, apoyar y guiar a los ciudadanos/as hacia un rol protagónico que introduzca a los ciudadanos como parte activa del sistema. Esto ocurre a partir del empoderamiento.

Una víctima es aquella persona que pone todo el poder para mejorar su calidad de vida y sus circunstancias, fuera de sí. Vive permanentemente culpando a otros y a factores externos como causantes de sus males. Elude la responsabilidad, entendida esta como la habilidad para responder a todo lo que sucede. Es el programa que heredamos y que nos cargaron desde niños. "Yo no tiré el vaso, el vaso se cayó", "me fue mal, porque me hicieron un examen muy difícil", "el otro es un imbécil que no sabe manejar", y así con mil ejemplos que harían interminable esta lista. En síntesis la victima niega su potencial y su propia capacidad y fuerza y descansa en una falsa zona de confort que minuciosamente le va erosionando su potencial creador y transformador, hasta convertirlo en un ser manipulable.

Llevado el concepto de víctima al de ciudadanía, si un ciudadano potencia su involucramiento en la cosa pública, si mejora su calidad de reclamo para con sus representantes, si ejerce adecuadamente su rol de vecino, de prójimo, si hace su aporte a la convivencia pacífica, ordenada y respetuosa, si defiende sus derechos con la misma convicción y energía que el derecho de los demás, entonces comienza a protagonizar la realidad desde su responsabilidad y esto mejora la calidad de los políticos y de las políticas públicas.

Cuando el liderazgo político contribuye a generar ciudadanos empoderados comienzan a despertar conciencias y a valorar y a dar importancia al trabajo en equipo, se activa la responsabilidad, como habilidad para responder a lo que nos pasa y aparece la capacidad de reclamar con involucramiento, en definitiva se logra un mejor desempeño del rol de ciudadano, generando como resultados la mejora en los niveles de cohesión social, reflejado esto en la generación de objetivos, propósitos y planes comunes.

Algunas de las características que definen a un ciudadano empoderado, serían las siguientes:

  • - Es consciente de que sí puede influir en las decisiones que lo afectan.
  • - Reconoce su responsabilidad en la creación de la situación en la que vive.
  • - No vive en la ilusión de la inocencia.
  • - Su autoestima ciudadana surge de hacer las cosas lo mejor posible.
  • - Rechaza y/o cuestiona al estado paternalista.
  • - Conoce las consecuencias del populismo.
  • - Busca las explicaciones que le dan poder para corregir lo que está mal y busca controlar la situación.
  • - Considera a los factores externos como desafíos.
  • - No se siente culpable, ni busca culpables, se siente responsable.
  • - Controla al poder.
  • - Sabe cuándo lo quieren manipular y lo rechaza.
  • - Demanda con claridad y precisión.
  • - Se da cuenta, es consciente y se hace cargo, es responsable.
  • - Es solidario, colaborativo y cooperativo.
  • - Conoce sus derechos y asume sus obligaciones y deberes.
  • - Es consciente de que el fin de las personas es la felicidad, dada por el "ser con otros" y no por el tener.
  • - Siempre vota libremente y elige responsablemente.
  • - Cumple su rol y le exige a sus representantes que cumplan el suyo.
  • - Es democrático en su forma de vida.

El liderazgo político de baja calidad muchas veces (¿o siempre?) siente la amenaza del ciudadano empoderado, ya que a mayor empoderamiento ciudadano surge la exigencia de mejores líderes. Vamos entonces al dilema básico del huevo o la gallina: ¿Necesitamos mejores líderes para tener ciudadanos empoderados? o ¿Necesitamos mejores ciudadanos para tener mejores líderes?.

Nota: Si se puede ejercer adecuadamente la ciudadanía en contextos de baja calidad educativa, políticas de salud inaccesibles, pobreza estructural, ineficiencia institucional, es parte de otro complejísimo tema, no abordado en esta sintesis.


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