Los derechos de los niños y adolescentes, los más vulnerados de la pandemia

En un extenso análisis, se arribó a la lamentable conclusión de que la población de los seres humanos más pequeños ha sido la más vulnerada durante el aislamiento. Una experta en Educación, un abogado de DDHH, una psicóloga y el Gobierno de Mendoza, reflexionan sobre el tema. Una verdad triste y descarnada.

"Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz", decía la escritora Agatha Christie. Sin dudas, todos los que tuvimos la suerte de tener una infancia feliz recordamos de ella lo momentos de juego, de actividades recreativas, de nuestros días en la escuela, aunque hubiera algunos en los que la lluvia nos hiciera dar ganas de faltar -bien a lo mendocino- siempre era una buena noticia encontrarnos con los compañeros y las seños.

Todas estas cuestiones, no sólo tienen que ver con la vida de cualquier niño y niña si no que son derechos que están garantizados. En nuestro país, existe el "interés superior del niño", un reconocimiento jurídico fundamental para esa población humana establecido en el Código Civil y Comercial de la Nación.

Es tan importante que posee raigambre constitucional y está reconocido en la Convención de los Derechos del Niño. Lo que dice textual este interés superior, es que se debe "asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas".

También, que "las instituciones, servicios y establecimientos encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por las autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad, sanidad, número y competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión adecuada".

Sin ahondar mucho más en tecnicismos que igual son necesarios, básicamente hay que saber que todo niño, niña y adolescente deben gozar de sus derechos primordiales y elementales y absolutamente nada ni nadie puede estar por encima de eso, impedirlo, restringirlo o coartarlo.

Pero, en este año pandémico, los seres humanos más pequeños, ¿han gozado en plenitud de sus derechos? La respuesta, lamentable y fatalmente, es un contundente no. Los derechos de los niños, niñas y adolescentes han sido vulnerados en varios sentidos y formas durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio que se vivió en este 2020.

Para ahondar en profundidad sobre este tema y tener un análisis pormenorizado al respecto (tal cual se merecen los pibes y las pibas), Memo dialogó con una especialista en educación, un abogado, una funcionaria del Gobierno de Mendoza del área de infancia y una psicóloga que, a través de zoom, atendió crítica situación de sus pequeños pacientes.

La ex titular de la DGE, Emma Cunietti, fue la primera en marcar que no sólo no se ha respetado el interés superior del niño si no que ni el Estado, ni las organizaciones de la sociedad civil, ni los gremios han abordado la gravedad de lo sucedido como corresponde y lejos parecen estar de tomar cartas en el asunto. O, al menos, se acordaron tarde.

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"La Argentina tiene mucha facilidad para los debates semánticos. Pero cuando un padre camina kilómetros con su hija en brazos (por el caso Abigail) para poder darle a una niña enferma el derecho a que vaya a descansar a su casa, todo debate se termina. Los hechos reales son que la pandemia ha afectado mucho más a los niños que al resto de la sociedad", remarcó Cunietti.

Así, la ex funcionaria de Escuelas detalló que hay más niños pobres que antes de la pandemia, muchos que perdieron su derecho a la educación (sobre todo justamente los más pobres, que se vieron más afectados por la falta de conectividad y herramientas para acceder a la virtualidad) y hasta hubo más casos de maltrato infantil intrafamiliar.

"Nosotros encerramos a los niños para proteger a los más grandes, quitándoles el derecho a la educación, al juego e incluso a la salud. La Organización Mundial de la Salud cometió un error gravísimo al proponer la suspensión de la actividad escolar. Ahora, que se dio cuenta, dice lo contrario; que hay que suspender todo menos las escuelas", agregó Cunietti.

También, la experta en la materia reflexionó acerca de la profundización en la brecha educativa ya existente que con esto se provoca y de los efectos negativos que el 2020 generó a nivel escolar. "Creo que los chicos argentinos son los que más sufrieron dentro de América Latina, porque fue el país en el que duró más tiempo la suspensión de las clases", puntualizó.

Cunietti, señaló también que se le ha hecho un daño grande a la infancia. Sobre todo en algunas edades, como la de la etapa de alfabetización (de 6 a 8 años), los alumnos de 7° grado que no pudieron despedirse de la primaria o los de 1° año del secundario que no conocen a sus nuevos compañeros.

"Son etapas difíciles de recuperar. Es un desastre, gravísimo. No sólo las ONGs si no que en la agenda pública tampoco ha estado presente el tema. Se han generado unas brechas educativas muy grandes. Por supuesto que hubo una tarea muy fuerte de los maestros pero magia no pueden hacer; a la interacción del maestro con el alumno en el aula no la reemplaza nada", aseguró la ex DGE.

La voz desde el Gobierno de Mendoza

Dentro del Gobierno de Mendoza existe un organismo descentralizado llamado Dirección de Protección y Restitución de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Desde allí, se encargan de la atención y puesta en marcha de medidas ante situaciones de vulnerabilidad, como abusos, maltratos y negligencia infantil. Lo que hace la DGP es proteger la integridad psico-física de niños, niñas y adolescentes.

"En pandemia han trabajado casi con normalidad los ETIs (Equipos técnicos interdisciplinarios, ex OALes). Nunca cerramos, se trabajó con atención más reducida pero somos un servicio esencial así que funciona 24 por 7. Lo que sí hubo fue una disminución en el ingreso de situaciones. Esto es porque hay efectores que son detectores de vulnerabilidad, como las escuelas (principalmente) y los centros de salud, que se vieron restringidos en su trabajo y eso generó que a nosotros nos bajara la demanda. Pero las familias se podían acercar al ETI, a los juzgados, a las oficinas fiscales, a la DGE, a centros de salud o llamar a la línea 102", enumeró Daniela Torres, la titular de la DPG.

Sobre la línea telefónica para denuncias de situaciones de vulnerabilidad infantil, la directora aseguró que fue una herramienta revalorizada con la pandemia y tuvo mucha demanda. "Es anónima y allí se puede comunicar cualquier niño que se sienta vulnerado o persona de la comunidad que vea algún caso. Se lo asiste e incluso se lo puede derivar al ETI para una intervención inmediata", agregó Torres.

Además, bajo dicha Dirección funcionan los Centros de Desarrollo Infantil y Familiar. "Hay 39 en toda la provincia, ubicados en las zonas de mayor vulnerabilidad. Esos sí tuvieron que cerrar por la pandemia y ahora estamos esperando la autorización para volver a abrir. Atienden a niños desde 45 días a 12 años; ellos comen, tienen apoyo escolar, talleres y obvio se trabaja el tema de la vulnerabilidad", explicó la funcionaria, agregando que continuaron entregando bolsones de alimentos y trabajando con los equipos de abordaje de esos centros de contención.

A la consulta concreta de si consideraba que los derechos del colectivo habían sido respetados, Torres respondió: "No puedo decir si aumentó o no la vulneración, puede que sí por el encierro pero no tenemos estadísticas. Sí es verdad que disminuyeron los espacios para la detección, por ejemplo antes un niño le podía decir a su compañerito de curso o a la docente que en su casa lo golpeaban y esa instancia no estuvo. Tampoco la de los centros de salud, que ayudaban a detectar falta de cuidados básicos, maltrato, abuso", se sinceró la directora.

El análisis legal desde los Derechos Humanos

Con un extenso análisis de la situación del país desde 1983 a esta parte, Carlos Varela Álvarez dio su mirada sobre el tema. "En materia de derechos humanos está la teoría de los vectores, que son los distintos ámbitos de la persona humana que pueden ser satisfechos; desde la cuestión familiar, la económica, la educativa, la lúdica. Si se analiza eso se va a encontrar una gran infelicidad", aseguró el abogado.

También, el letrado detalló que entre aquel derecho del interés superior del niño y la realidad, hay una gran falencia en el goce. "Una cosa es tener un derecho y otra disfrutarlo, gozarlo. Mientras más abajo se esté en la escala social, más infeliz es esa persona. En un país con falta de políticas públicas y un gran debilitamiento institucional, los chicos y la juventud han salido perdiendo", aseguró.

El impacto psicológico en niños, niñas y adolescentes

Por último -aunque no menos importante-, la licenciada en Psicología Alicia Montón explicó cuáles son, desde su análisis profesional, las consecuencias psicológicas de la pandemia en los niños y niñas y en los adolescentes.

"En el caso de los niños ha sido sumamente difícil porque han estado encerrados, con padres quizá presentes pero que están haciendo home office así que no les pueden prestar atención. Sin poder tener contacto con los amigos, sin tener ese vínculo y ese control que da la escuela, sin deportes. Con climas difíciles a nivel familiar, padres y madres estresados que no tienen la misma paciencia que con una dinámica normal. Hay angustia, preocupaciones económicas que se trasladan de padres a niños, que lo perciben porque cambia el trato", desarrolló Montón.

Además, la especialista agregó que si bien las situaciones intrafamiliares difíciles seguramente existían antes de la pandemia en muchos hogares, los chicos ya no cuentan con la escuela como ‘factor de distracción' de tal agobio. Obesidad infantil, tartamudeo, enuresis (volver a hacerse pis en la cama), angustia, han sido sólo algunas de las tantas consecuencias negativas de este año.

Finalmente, la psicóloga también enumeró que entre los adolescentes aumentaron los problemas de alimentación y depresión. "Son los efectos de la soledad. Se incrementó todo con la pandemia, si un adolescente tenía depresión o era agresivo ahora peor. Por no hacer deportes, por no salir, por no tomar aire, por no ver a sus amigos, todo se agravó", concluyó la profesional. 

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